miércoles, 15 de febrero de 2012

La importancia de las villas miseria en la literatura argentina a partir del siglo XX. Kaatje Verhoeven

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  La importancia de las villas miseria en la literatura argentina a partir del siglo XX.
Autora: Kaatje Verhoeven Bajo la direccion de la Profra. Dra. Ilse Logie
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A la Profra. Dra. Ilse Logie por su amable ayuda y paciencia. A la Lic. Annelies Oeyen por sus sugerencias y colaboración. A mis padres por confiar en mí. A mi abuela.
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Índice
1. Introducción. .................................................................................................................................6
2. Primera parte: las villas miseria. ....................................................................................................6
2.1. Emergencia de las villas miseria en las primeras décadas del siglo XX .....................................6
2.2. Evolución de las villas, explicación de su importancia y consecuencia de la ciudad fragmentada. .................................................................................................................................8
2.3. Importancia para la literatura: literatura distópica y ciudad imaginaria. .................................9
2.4. Buenos Aires: la ciudad entre pampa y río. ........................................................................... 11
3. Segunda parte: análisis de tres obras literarias. ........................................................................... 12
3.1. El Dock de Matilde Sánchez: un análisis. ............................................................................... 12
3.1.1. Matilde Sánchez: una breve introducción. ...................................................................... 12
3.1.2. El Dock: una introducción. .............................................................................................. 13
3.1.3. Estilo de escribir.............................................................................................................. 14
3.1.4. Composición del libro. .................................................................................................... 15
3.1.4.1. Los temas que determinan la primera parte. ............................................................. 15
3.1.4.2. La amnesia o la falta de memoria: ¿Un efecto del azar? ............................................ 17
3.1.4.3. El duelo entre realidad e irrealidad. ........................................................................... 18
3.1.5. Análisis segunda parte. ................................................................................................... 20
3.1.5.1. La relación excepcional entre madre e hijo: la familia paródica. ................................ 20
3.1.5.2. La familia paródica: la ausencia de una figura paterna.............................................. 22
3.1.5.3. La familia paródica: motivos sociopolíticos. ............................................................... 23
3.1.6. Las villas miseria: una exclusión total. ............................................................................ 24
3.1.7. Conclusión de El Dock. .................................................................................................... 27
3.2. Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarcón: un análisis. ............... 28
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3.2.1. Cristian Alarcón: una breve presentación. ...................................................................... 28
3.2.2. Cristian Alarcón: la voz del narrador de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. .................................................................................................................................... 28
3.2.3. Introducción a Cuando me muera quiero que me toquen cumbia................................... 29
3.2.4. Explicación del título. ...................................................................................................... 29
3.2.5. El catalizador de la historia ............................................................................................. 30
3.2.6. La evolución de “Víctor” de buen hijo a criminal y nacimiento del mito. ........................ 33
3.2.6.1. Las religiones y las creencias del tercer cordón suburbano......................................... 36
3.2.7. La situación social durante la vida del Frente hasta su muerte. ...................................... 37
3.2.8. La situación después de la muerte del Frente ................................................................. 39
3.2.8.1. La jerarquía entre ladrones y vendedores de droga ................................................... 39
3.2.8.2. El relato de Brian: pibe de la misma villa del Frente. .................................................. 42
3.2.9. Los amigos de Víctor. ...................................................................................................... 43
3.2.10. Los enemigos del Frente y personajes que figuran en el libro. ...................................... 44
3.2.11. Conclusión de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. ................................ 47
3.3. Villa Celina de Juan Diego Incardona: un análisis. ................................................................. 48
3.3.1. Juan Diego Incardona: una breve presentación. ............................................................... 48
3.3.2. Villa Celina como un lugar de nostalgía: una introducción. ............................................... 48
3.3.2.1. Villa Celina situada en el espacio. ............................................................................ 49
3.3.3. Análisis del libro: las contradicciones que forman la Villa Celina. ................................... 50
3.3.3.1. Superstición versus realidad. ..................................................................................... 50
3.3.3.2. Las villas miseria versus la ciudad: lo rural frente a lo urbano. ................................... 54
3.3.3.2.1. La barbarie bajo forma de violencia. ................................................................... 56
3.3.3.2.2. Barbarie vs. civilización: la violencia frente al respeto. ........................................ 59
3.3.4. Las diferentes caras del narrador. ................................................................................... 60
3.3.5. Las fronteras de Villa Celina. ........................................................................................... 63
3.3.5.1. La frontera incierta del Río Grande: Villa Celina inundada. ........................................ 64
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3.3.6. Conclusión de Villa Celina. .............................................................................................. 66
4. Conclusión general. ...................................................................................................................... 67
Bibliografía ...................................................................................................................................... 71
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La importancia de las villas miseria en la literatura argentina a partir del siglo XX.
1. Introducción.
En esta tesina, intentamos analizar de manera profunda el fenómeno de las “villas miseria”, surgido en las primeras décadas del siglo XX. Dividiremos nuestra tesina en dos grandes partes. En la primera parte, nos concentraremos en primera instancia en esta parte de la historia argentina que nos parece relevante para explicar el nacimiento del fenómeno. En segundo lugar, pasamos a la evolución de las villas miseria antes de explicar su importancia en la literatura argentina. En tercer lugar, nos fijaremos en la oposición entre ciudad y pampa explicando su relevencia para las villas miseria. En la segunda parte de la tesina, intentaremos analizar tres obras literarias en que la trama se desarrolla en las villa miseria. Las obras de las que hablaremos son, por orden cronológico, El Dock de Matilde Sánchez, Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarcón y Villa Celina de Juan Diego Incardona. Pasemos a la emergencia de las villas miseria.
2. Primera parte: las villas miseria.
2.1. Emergencia de las villas miseria en las primeras décadas del siglo XX
Para entender bien la manifestación del fenómeno “villa miseria, asentamiento o barrio de emergencia”, examinaremos varios motivos para su creación. En primer lugar, señalamos el crack de la Bolsa en 1890 que provocó una crisis muy dura que afectó de manera profunda a la población (Campra 1989: 112). Cabe notar que el país se recupera relativamente rápido. De hecho las vías férreas, las exportaciones agropecuarias y la educación están en pleno desarrollo1. Señalamos que el afán de progreso cambia el aspecto arquitectónico colonial de la ciudad, como subraya María Cecilia Graña2. No obstante, esta situación no se mantiene. Aunque durante la Primera Guerra Mundial la Argentina era un importante proveedor en el mercado europeo, entre otras cosas en la provisión de víveres, en la década de 1920 el comercio argentino se veía sin consumidor europeo3. Sin este potencial de venta, el mercado argentino quiebra relativamente rápido. En el campo social esta pauperización se expresa de manera muy violenta, como lo subraya R.
1 “Gobernantes de Argentina”. En: Wikipedia. 2 Graña apud Campra (1989: 157). 3 “Gobernantes de Argentina”. En: Wikipedia.
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Campra: “la exasperación de los conflictos sociales en 1919 lleva a la matanza de obreros de la semana trágica4” (1989: 112). En segundo lugar, para la creación de las villas miseria es importante subrayar que en estas primeras décadas del siglo XX el país sufre de grandes olas de inmigración. Podemos subdividir estas inmigraciones en dos tipos. Primero, por su intercambio a través del puerto con las naciones europeas más adelantadas, Buenos Aires (y la Argentina) sufre de una inmensa inmigración europea. El resultado de todo esto es que varias lenguas como el italiano, el inglés, el alemán etc. hacen su introducción en la ciudad5. Por esta razón, en cierto momento se compara a Buenos Aires con la imagen negativa de Babel6. Además de esto, se produce una migración interna del campo a la ciudad después de una nueva crisis internacional proveniente de la caída de la Bolsa de Nueva York en 1929. Por estas inmigraciones europeas, la tasa demográfica crece enormemente. Encima de esto, Aldo-José Altamirano subraya que el descenso de la mortalidad infantil también es un factor que hace incrementar esta tasa7. El resultado de este aumento es otro problema, de nuevo señalado por Altamirano: “ Los desequilibrios entre crecimiento demográfico y crecimiento urbano no sólo representan un problema cuantitativo (entre ciudades y países) sino que, además, ellos se agravan en función de los recursos disponibles o potenciales para poder solucionarlos”8. Esto significa que cuando se decide trasladar a la ciudad soñando con mejorar su situación, la desilusión está esperando. Efectivamente, mientras que se espera el progreso en cuanto a educación, trabajo, etc., se encuentra muchas veces “el desempleo, la miseria y lo peor, la marginalidad frente a la pérdida de la cultura social agraria y la inaccesiblidad de relaciones urbanas favorables”9. Esta inaccesibilidad significa que el nuevo habitante de la ciudad se ve obligado a establecerse en las afueras. De ahí el nacimiento del fenómeno “villa de emergencia”, “villa miseria10” o “asentamiento” que se han creado en la década de 193011 como resultado de la situación económica ya mencionada. Fausta Atonucci dirige la atención hacia dos factores muy importantes: “el golpe de estado contra Yrigoyen y el comienzo de un período de inestabilidad política y social especialmente aguda” (Campra 1989: 181). Estos
4 Los obreros pedían una reducción de 11 horas a 8 horas de trabajo. Su huelga resultó en una pelea entre policía y obreros. El resultado: 700 muertos y más de 2000 heridos. Se asesinó a obreros, mujeres y niños. En: Riee. 5 Tuve impacto en la lengua. Véanse Villa Celina: la madre del protagonista habla una mezcla entre italiano y español. 6 Antonucci apud Campra (1989: 183) 7 Altamirano apud Campra (1989: 23) 8 Antonucci apud Campra (1989: 24) 9 Antonucci apud Campra(1989: 24)
10 La denominación deriva del libro escrito por Bernardo Verbitsky: Villa Miseria también es América (1957). 11 Muniz, María Gabriela: Villas de emergencia: lugares generadores de utopias urbanas (1-11).
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factores marcan el fin de la “bella época” y inauguran una nueva década cuyos efectos se hacen visibles sobre todo en la capital. En los años 40, la crisis ya está desapareciendo. Durante esa década, después de un nuevo golpe de Estado, se instaló una dictadura militar bajo la dirección de los presidentes Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrell. Finalmente, en 1946 llega al poder el presidente Juan Domingo Perón12. Constituye un período en que “se inició una política a obreros, sindicalistas y comunistas13” hasta terminar la dictadura peronista en 1955. Las dictaduras finalmente se terminan en 198314. Nos parece importante señalar el gobierno peronista puesto que esta temática aparece varias veces en las obras literarias que comentaremos más adelante (cf. infra Villa Celina). Durante los años 90, la Argentina experimenta nuevas ondas de inmigración, provenientes especialmente de lugares limítrofes. Podemos decir que la ciudad de Buenos Aires crece de tal manera que la ciudad se identifica con el resto del país. En la parte siguiente, nos concentraremos en la evolución de las villas.
2.2 Evolución de las villas, explicación de su importancia y consecuencia de la ciudad fragmentada.
La ciudad de Buenos Aires sigue evolucionando. Entonces, cuando hablamos de la “ciudad de Buenos Aires”, ¿de qué estamos hablando exactamente? De hecho, frente a la antigua ciudad histórica se oponen los barrios periféricos, o sea las villas miseria que crecen cada vez más. Altamirano15 hace la distinción: Para nosotros es claro que en América Latina los que cuantitavamente son llamados: pueblos jóvenes, poblaciones, favelas, villas miseria, barriadas (y otros neologismos) SON la ciudad, la ciudad actual, y que los denominados centros históricos, casco central o distritos centrales, guardan una carga simbólica (la memoria urbana), pero habiendo perdido sobre todo su rol social (a veces son transformados en barrios-museo) y también el caracter de corazón de la ciudad (ausencia de actividades) .
Este espacio aislado tiene como consecuencia que sus habitantes se encuentran en un ambiente social separado del resto de la ciudad. Esto quiere decir que la distancia social se vuelve cada vez más marcada, entre otras por el liberalismo y el mercadeo. Cabe señalar que las ideas del liberalismo clásico no eran malas puesto que enfatizaban la importancia del mercado libre, la desregulación y el libro flujo de productos, trabajo y capital. Sin embargo, James Petras señala que “ en las naciones periféricas se ha aplicado un modelo que socava las industrias nacionales, sustituye los mercados domésticos por los externos, genera desempleo y
12 Perón era presidente del 4 junio de 1946 hasta el 21 de septiembre 1955. 13 “Gobernantes de Argentina”. En: Wikipedia. 14 Con el gobierno bajo la dirección de Raúl Ricardo Alfonsín. 15 Altamirano apud Campra (1989: 25)
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subempleo, elimina la legislación social y empobrece a la clasa media16.” El aislamiento provocado por la pobreza hace posible crear una mentalidad especial, una sociedad separada, en las villas miseria con sus propias reglas. Habla por sí solo que esta situación particular se ve reflejada en la literatura, como veremos en la segunda parte de esta tesina.
Para el resto de la ciudad, o sea el “centro histórico”, estos barrios son una amenaza: “es su capacidad de innovación y transformación constante lo que la convierte a la villa en un espacio amenazante desde la atemorizada mirada conservadora de una sociedad que ve en peligro su statu quo frente a la energía desatada por el tumulto villero” (Muniz: 2). Aunque la gente que vive en las villas está separada del resto de la ciudad, forma parte de una comunidad sólida. Está marcada por la pobreza, la marginación y la delincuencia pero al mismo tiempo no se puede negar su originalidad en el campo de la organización, la coherencia y la voluntad de sobrevivir (Muniz: 2). Frente a “ciudad de la villa miseria” se encuentra “la ciudad del barrio cerrado”, lo que divide la ciudad aún más. De ahí que se puede hablar de una “ciudad fragmentada”. Estos barrios cerrados o guetos voluntarios son “áreas residenciales cerradas por muros y barreras que cuentan con vigilencia las 24 horas al día” (Roitman 2003: 1). Esta separación significa que la distancia entre la clase alta y la clase baja se hace cada vez más visible. De hecho, este miedo que tienen los habitantes de los barrios cerrados hacia los que viven en los guetos involuntarios da como resultado que los ya excluidos estarían aún más separados. Entre estos dos polos opuestos se encuentra la población que sueña con acceder a los guetos voluntarios mientras que temen entrar en este mundo excluido (Reati 2010:11-12). Sin embargo, este mundo “cerrado” no está libre de pecado. Reati subraya que también hay casos de familias ricas en que los adolescentes utilizan la droga, vandalizan o entran en el camino del crimen por simple aburrimiento (Reati 2010: 12) . No porque uno sea pobre o que viva en las villas miseria no tiene conciencia moral, sino que quizás tenga otra idea de lo que es “la moral”. En estos barrios prevalecen otras reglas y creencias17, como la fe en la curandera (cf. infra Villa Celina). No obstante, en estas villas sí reina “ la ley del más fuerte”.
2.3. Importancia para la literatura: literatura distópica y ciudad imaginaria.
16 Petras (1997: 23-24) apud Reati (2006: 89) 17 Véanse Villa Celina: las supersticiones urbanas como la curandera.
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Después de haber hablado de las villas miserias como existen en realidad, pasamos a su representación en la literatura. Comencemos por explicar por qué se elige en la literatura exactamente la imagen de la ciudad como tema central. Gisela Heffes (2008: 15) lo explica de la manera siguiente: “es en ella donde se plasman los proyectos políticos, sociales, económicos culturales de toda una generación, de un movimiento o una ideología”. Fernando Reati (2010:1) añade una nueva dimensión diciendo que las ciudades son sobre todo construcciones imaginarias o mentales “que van más allá de las avenidas, edificios y plazas que las constituyen”. Indica que la ciudad representada por la literatura es una imagen, una construcción porque nos muestra lo que no esperamos. Por esta razón es importante señalar las diferencias entre esta “ciudad imaginaria” y la ciudad real. En primer lugar, la ciudad de la imaginación es más bien un laboratorio de experimentación con un carácter performativo mientras que la ciudad real representa su polo opuesto puesto que es la ciudad en toda su normalidad (Heffes 2008:15). Encima de esto, la ciudad imaginaria se funda en los libros o en los discursos literarios. En otras palabras, son pura construcción lingüística: “La ciudad imaginaria latinoamericana, por lo tanto, constituye el punto de inflexión entre los deseos de civilización y equidad social, de esplendor nacional y engrandecimiento económico, de añoranza y extrañamiento, de libertad y memoria, y de nostalgia y modernidad” (Heffes 2008:19). Cabe señalar que la ciudad real se analiza a partir de la ciudad imaginaria, lo que Gisela Heffes llama “la relación directa entre el acto nominativo y el acto performativo” (2008:21). Dicho de otro modo, a través de estas ciudades imaginarias podemos imaginar y captar mejor el presente, el pasado o el futuro.
Enfatizamos que la literatura argentina contemporánea se apoya mayoritariamente en la noción de distopía que en realidad son “utopías inversas, utopías negativas, antiutopías, utopías satíricas, heteropías” (Reati 2006:18). Dicho de otra manera, es el contrario de la “narrativa utópica”. Para que podamos explicar profundamente la noción de “distopía”, nos concentramos en primer lugar en su antítesis. Entonces, la Real Academia española define “la utopía” de la manera siguiente: “Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momente de su formulación”. A esta definición podemos añadir que la utopía se hace sinónimo de oposición, rebeldía al orden existente (Heffes 2008: 25), una mentalidad propuesta por Thomas More en su Utopía (1516). La narrativa utópica consiste en formular una crítica de la sociedad existente con sus problemas sociales y políticas correspondientes. Nos concentraremos más profundamente en este tipo de narrativa cuando analicemos
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las tres obras literarias en la segunda parte. Es importante saber que la literatura suministra una reflexión fundamental sobre el presente y el futuro de Buenos Aires y la nación argentina18. Pasemos a otro tema muy importante para nuestro análisis, o sea la representación de Buenos Aires colocada entre pampa y río.
2.4. Buenos Aires: la ciudad entre pampa y río.
Cuando situamos a la ciudad de Buenos Aires en la tierra argentina, nos damos cuenta de que está colocada entre dos fronteras: la pampa por un lado y el Río de la Plata por otro lado (Campra 1989: 105). Estas dos fronteras inciertas tienen un fuerte valor simbólico en la literatura, como veremos más tarde (cf. Infra Villa Celina). De hecho, autores como José Marmol en su Amalia, Leopoldo Marechal en Adán Buenosayres y Jorge Luis Borges en La muerte y la brújula acuerdan al río diferentes funciones simbólicas. De hecho, Borges añade al valor literario del río el simbolismo de la sangre que se mezcla con el agua (Campra 1989: 107). Además de esto, el carácter caprichoso del río provoca a veces una inundación simbólica como veremos en Villa Celina (cf. El Canon de Pachelbel o La Chinela de Don Juan). Cuando analizamos una obra literaria, debemos tener en cuenta que si queremos definir Buenos Aires, sólo es posible definirla a partir de su río (107). Las dos fronteras, el río infinito por un lado y el desierto por otro lado son ambas tan caprichosas y devoradoras. Estas fronteras formadas por la naturaleza se oponen a la ciudad, a la urbanidad. La oposición ciudad/naturaleza sigue siendo un tema muy importante en la literatura latinoamericana y en especial en la literatura de Buenos Aires. Ya durante el siglo XIX, este tema fue muy popular como es el caso con el Facundo19 (1845) de Sarmiento. Puesto que las fronteras formadas por la naturaleza son inestables, invaden la zona ciudadana. Por consiguiente, esto significa que las calles se mezclan con la pampa o, en otras palabras, que la civilización y la barbarie se traslapan20. De esto resulta que autores como Sarmiento sostienen la idea de que la Ciudad está amenazada por la pobreza de la llanura. Sin embargo, hay autores que sostienen la idea de la superioridad de la pampa. En los años 30 del siglo XX, la dicotomía ciudad/campo sigue actual. En otras palabras, la literatura a principios del siglo XX, continúa con esta temática aunque a veces cambia ligeramente. Es el caso con la antonomia América Latina/Europa21. Enfatizamos que esta temática sigue actual por las inmigraciones en masa en el siglo XX (cf.
18 Antonucci apud Campra (1989: 181) 19 Sarmiento, Domingo Faustino (1947): Facundo: Civilización y barbarie. 20 Graña apud Campra (1989: 158) 21 Antonucci apud Campra (1989: 182)
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Supra) como lo propone Le Bon: “el estado de la multitud y la dominación de las multitudes, es la barbarie o la vuelta a la barbarie22”. Subrayamos que la oposición campo/ciudad tiene dos caras, según la experiencia de Fausta Antonucci23: “Por una parte, necesidad y carácter positivo del contacto entre ciudad y pampa; por otra, carácter negativo del influjo de la pampa sobre el hombre de la ciudad”. No obstante, por lo general se considera al habitante de la pampa como portador de una mayor autenticidad mientras que el ciudadano no tiene el mismo sentido de moral ni de espiritualidad puesto que sólo cuenta el materialismo”. La oposición básica de campo/ciudad se puede ligar con el contraste entre la selva y el damero (Campra 1989). El damero sigue el modelo europeo de los griegos y los romanos que fue impuesto por los colonizadores como modelo urbano universal durante los siglos XVI al XIX (Heffes 2008:81). En otras palabras, repiten el modelo de la ciudad barroca. Esto significa que frente a la selva desorganizada se presenta la ciudad jerarquizada y bien estructurada. Cabe notar aquí que también existe otra variante de esta jerarquización, es decir el círculo. No obstante, ambos son variantes del mismo concepto (Heffes 2008: 76). En la segunda parte de nuestra tesina, intentaremos analizar la temática de las villas miseria en relación con tres obras literarias. En primer lugar nos concentraremos en El Dock de Matilde Sánchez antes de pasar a Cuando me muera quiero que me toquen cumbia y Villa Celina.
3. Segunda parte: análisis de tres obras literarias.
3.1. El Dock de Matilde Sánchez: un análisis.
3.1.1. Matilde Sánchez: una breve introducción.
Matilde Sánchez nació en Buenos Aires en 1958. Como periodista contribuyó al suplemento “Cultura y Nación” del diario Clarín de Buenos Aires. Sus obras más conocidas son Historias de vida, El Dock, La canción de las ciudades, Los daños materiales y El desperdicio. Ha recibido premios como la Beca Guggenheim y la Knight-Wallace Fellowship de la Universidad de Michigan. En esta parte, comenzaremos por el análisis de El Dock, una novela publicada en 1993. Cabe señalar que Sánchez allanó el camino para la generación que sigue puesto que era una de las primeras escritoras que condenaba abiertamente los actos del gobierno argentino durante la Guerra Sucia en Argentina. Además, es importante observar que se trata de una mujer que hace la denuncia, que enfatiza aún más el aspecto innovador de
22 Le Bon (1968: 170 y 33) apud Heffes (2008: 100) 23 Antonucci apud Campra (1989: 185)
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su obra. De ahí que el camino de la denuncia se abre para otros escritores como Juan Diego Incardona y Cristian Alarcón. Encima de esto, el hecho de que sea una mujer es muy significativo debido a las realizaciones que hicieron las mujeres argentinas como las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo. Precisamente por esta razón su obra tiene gran importancia como novela ejemplar de la escritura posdictatorial. Por esta misma razón, tiene una dimensión más bien política por la que se distingue de las otras dos novelas que trataremos en este análisis. Antes de comenzar con el análisis de los temas, haremos en primera instancia una introducción a la novela.
3.1.2. El Dock: una introducción.
El Dock de Matilde Sánchez no es un libro fácil para analizar en relación con nuestra temática de las villas miseria. No obstante, en esta parte veremos que la novela sí tiene lazos con la situación de exclusión en que se encuentran los habitantes de estas villas. Antes de comenzar con nuestro análisis de los temas en El Dock, hay que introducir brevemente su contenido. La novela empieza con un acontecimiento, una historia, en algún barrio del Dock, o “en rigor dos historias o tres, tal vez más historias, una historia por cada uno de nosotros” (9). O sea, desde el inicio comprendemos que no se trata de un solo hecho sino de diferentes historias o hechos vinculados. “El Dock”, “uno de los barrios más olvidados de la ciudad” (9) constituye el trasfondo de la historia. La trama se desarrolla alrededor de un atentado al barrio que va a ejercer una gran influencia sobre las vidas de los personajes en el libro (cf. infra). Sánchez nos explica los eventos en el Dock vistos por los ojos de los primeros dos personajes Kim, un médico asiático, y la narradora (el “yo”). En el centro del Dock, rodeado por torretas de vigilancia, “se levantaban las instalaciones militares” (11). La narradora nos advierte desde el inicio de que “cualquier incidente más o menos considerable en el destacamento habría puesto en peligro a toda la población del barrio del Dock” (11). Después de habernos explicado la situación inestable en esta parte del barrio, la narradora continúa con el espacio cerrado de su cuarto de estar donde vive con su novio Kim. Viendo la televisión, se enteran de un atentado por un grupo de rebeldes, cuya procedencia se ignora, al destacamento militar del Dock. Al inicio, los dos personajes no se dan cuenta de qué pasó exactamente pero poco a poco, la narradora comprende que el atentado se produjo en “nuestro país, precisamente en nuestra ciudad” (13). A través de las imágenes en la tele, el tamaño del
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deterioro se muestra: “El casino de oficiales, el cuadrado de ladrillos situado a la derecha, había sido destruido y una columna de humo oscuro ascendía desde lo que quedaba del techo de tejas” (13). De repente, la cámara nos muestra el cuerpo de una mujer, que forma parte de los cuarenta atacantes. Este hecho es anormal puesto que normalmente el mundo de los rebeldes es considerado masculino. Aquí ya podemos constatar la presencia de la temática femenina visto que se trata de una mujer rebelde y un narrador femenino. Por la presencia de esta mujer, Poli, “cambiaba por completo el signo del ataque”, visto que “por obra de esa mujer, muy pronto los rebeldes serían llamados terroristas” (14). La combatiente delgada, joven, y de la edad como la narradora, “activó la granada que llevaba en su mano” y “optó por su propio exterminio” (14-15). Con su muerte, la mujer constituye el eje de la historia que sigue. Dicho de otro modo, Poli tendrá una fuerte influencia en las vidas de los personajes visto que “todo cambió cuando vi a Poli muriéndose en el Dock” (38), como explicaremos más detalladamente en las partes siguientes. Cabe subrayar de nuevo que en la primera parte, toda imagen se ve por medio de la televisión y por los ojos de nuestra pareja. Sobre todo, esta imagen y este acontecimiento forman el impulso y el foco de influencia para el resto del libro. Antes de continuar con el análisis del contenido, nos concentramos en primera instancia en el estilo en que fue escrito el texto de esta novela posdictatorial.
3.1.3. Estilo de escribir.
Cuando analizamos la manera en que Matilde Sánchez escribió esta novela, constatamos que este libro casi está escrito según el estilo de una novela policíaca o de una novela de terror. Especialmente en la primera parte24 de El Dock, utiliza esta “técnica del suspenso” con un ataque en que se murió una mujer rebelde. Este hecho parece ser el catalizador de todo el relato. Los acontecimientos se revelan a través de la televisión que están viendo los protagonistas de la historia. Con un estilo casi periodístico, es decir con “frases breves y directas” (Fernández 1994: 66), la trama se desarrolla lentamente a través de dos grandes partes que constituyen el libro. Sánchez comienza su novela con un enigma, una búsqueda por la identidad de esa mujer rebelde que murió en el ataque. No será hasta el final de la historia cuando el lector lo sabrá todo. El estilo periodístico que se utiliza en la primera parte se acompaña de un “tono despersonalizado” (Fernández 1994: 66), que permite analizar los hechos de manera profunda.
24 Las páginas 9-137.
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En la segunda25 parte de la novela, el tono se vuelve más íntimo y el acento cae en la introspección. Es particularmente en esta parte donde Sánchez enfatiza el papel importante que juega la maternidad en esta novela(cf. infra). La autora hace un uso abundante de corchetes para decir cosas a primera vista menos importantes. Sin embargo, la información que ocultan es muy significante. Por esta razón, utilizando estos corchetos, enfatiza la frase anteriormente mencionada. Por su estilo sencillo y conversacional, el lector comprende casi inmediatamente lo que quiere decir. La historia se cuenta por medio de una narradora. Por esta autorreflexidad, el lector puede identificarse con ella. Junto con las historias intercaladas permiten establecer el marco en que Sánchez esboza su relato. Además de esto, hay que notar los parelelos que establece la narradora con fábulas, metáforas o cuentos para explicar mejor su propia historia como es el caso con las Nubes de Magallanes (152) o con el cuento del Hombrecito (194). La trama se desarrolla desde una visión retrospectiva. De esta manera, Sánchez consigue revelar nuevas cosas hasta el final de la novela. Esto explica por qué durante toda la novela, la narradora habla del pasado y tiene miedo por el futuro. Además, subraya varias veces que el pasado se parece a un sueño porque casi es irreal: “Gemía y pronunciaba frases incoherentes relativas a algún sueño o a su pasado” (106). Por consiguiente, el tiempo desempeña un papel importante. Al final de la novela, finalmente, para la narradora “el presente parece deslizarse hacia el pasado” (211). Hay que “regresar a la normalidad” y “volver a la vida real” (263). En la parte siguiente, estudiaremos la composición del libro y sus contenidos correspondientes.
3.1.4. Composición del libro. Sánchez ha repartido su novela en dos grandes partes: una primera parte que contiene cinco capítulos y la segunda de seis capítulos. En primer lugar, explicaremos los eventos que suceden en la primera parte para subrayar bien la influencia que tienen sobre la segunda parte. En segundo lugar, analizaremos los temas más importantes de la segunda parte de la novela.
3.1.4.1. Los temas que determinan la primera parte .
En el primer capítulo del libro, el lector se deja presentar a la pareja compuesta de Kim y la narradora. Como acabamos de decir, el primer capítulo contiene “los sucesos de ese
25 Las páginas 138-301.
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enero” (9) o sea el hecho catalizador de la historia: el sacrificio de una mujer en el mundo masculino de los rebeldes. En este capítulo, la narradora aún no sabe de qué mujer están hablando los periodistas en la televisión y qué impacto tendrá esta muerte en su vida. Podríamos decir que el atentado que ha tenido lugar por motivos políticos (cf. infra), también tendrá graves consecuencias en la vida personal de los personajes. Es importante observar que la protagonista cuenta los acontecimientos como si todo fuera una pesadilla que no termina, escenas que “convivirían con todos nosotros para siempre, como huéspedes indeseados de nuestras mesas” (17). Es ya en el primer capítulo que nos enteramos de la enfermedad de la narradora. No obstante, Sánchez no profundiza esta enfermedad puesto que después de haber descrito meticulosamente el ataque a las instituciones del gobierno, la protagonista nos informa de que “ahora todo había terminado, me refiero a la operación y la enfermedad, y también al Dock” (27). Además de esto, añade que “frente a las imágenes del Dock casi todo resultaba secundario, aunque de hecho no lo fuera” (18). Muy de a poco “la mujer de la granada” como la han nombrado los periódicos, se transforma de una persona casi “mítica” en una persona real llamada Poli. “Poli”, una mujer de treinta y seis años. Su nombre de guerra le suena vagamente a la narradora que recuerda a alguien llamada Poli de su infancia; “quizás un perro, un animal. Una mascota de la casa” (27). Para la narradora, todas estas escenas le parecen tan irreales y vagas que no sabe qué pensar: “la realidad flotaba en una bruma imprecisa y distante” (28). En realidad, el lector comprendería que la narradora sufre de una especie de amnesia, de una falta de memoria (cf.infra). Hacia el final del primer capítulo, el “yo” comienza a recordar de qué Poli están hablando en la tele. En primer lugar, la asocia de manera indirecta, es decir a través de su perro, con la ama de casa de la familia paterna Paulina. Además, “Paulina a su vez me había llamado así durante uno o dos veranos, repitiendo su propio sobrenombre [Poli] en prueba de nuestra amistad” (31). No está inmediatamente claro de dónde conoce este nombre. Cada vez que la narradora recuerda un dato que había olvidado por el paso del tiempo, no puede entender por qué se fue de la memoria: “Ahora, quizá sólo porque estaba enferma, me parecía imposible haber olvidado durante tantos años a esa mujer, cuya sola existencia alguna vez me bastó para encontrar algún sentido en esas estadías campestres” (31). No obstante, visto que esta Poli se murió a los cincuenta años, no puede ser la Poli que vio en la televisión. Finalmente, la narradora se da cuenta de qué Poli se trata, la otra Poli. En la primera parte de la novela, la narradora no sólo nos cuenta de sí misma sino también de su novio Kim, el médico asiático. En cuanto a su relación con él, podemos decir
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que es bastante superficial, puesto que Kim “no toleraba que me rindiera cuentas de sus problemas o vicisitudes” (37). Por esta relación superficial, Kim nunca cumplirá un papel importante en la historia (cf. infra). Volvamos sobre el tema de la amnesia, que está omnipresente en la novela. En la parte siguiente, le dedicamos especial atención.
3.1.4.2. La amnesia o la falta de memoria: ¿Un efecto del azar?
Ya desde el inicio del libro, el lector no sabe exactamente en qué tiempo sucede la historia. Es decir, la narradora comienza su relato por decir que “la cronología pretende que todo ocurrió hace no más un par de años, que se trata de un pasado reciente que aún gravita sobre la realidad inmediata” (9). No obstante, ella no está de acuerdo con este planteamiento: “yo creo que no es verdad, porque en el recuerdo es como si todo hubiera ocurrido en otro tiempo, en otro lugar y a otras personas, mientras que a veces parece ayer mismo” (9). Por consiguiente, al inicio del relato, el lector tampoco sabe en qué tiempo suceden exactamente los acontecimientos, “No podría precisar el tiempo transcurrido entre una cosa y otra, tal es el caos que rodea el recuerdo de estos hechos. Hay una especie de amnesia que los envuelve, un olvido del orden que a veces libera unos pocos detalles y los proyecta frente a mí” (39). En la parte anterior ya hemos dicho que en primera instancia, la narradora no se acuerda muy bien de quién era exáctamente Poli. La amnesia actúa al inicio como una manera de protegerse contra el dolor y las malas memorias. Poco a poco, la narradora comienza a recordar más. Laura López Fernández (1993:66) relaciona el tiempo impreciso con la falta de memoria de la siguiente manera: El recuerdo desvanece los límites temporales entre los eventos. De este modo, el plano exterior o de los acontecimientos y el plano interior de la memoria representan dos tipos de realidades igualmente válidas pero difíciles de delimitar, pues el paso del tiempo hace perder la nitidez de los hechos y provoca una asociación atemporal de detalles, que a su vez crean en el presente una nueva historia, diferente a la ocurrida en el pasado (66).
De estas frases se puede concluir que Fernández nos ofrece otra explicación para la amnesia de la narradora, o sea el paso del tiempo o los años que pasan y que borran los detalles. Puesto que en primera instancia las memorias parecen ser vagas y poco delimitadas, la visión de conjunto no se forma hasta el último capítulo. Por esta razón, leyendo los diferentes capítulos, el lector se entera de la historia completa de Poli al final del relato. Además de esto, al reunir estos detalles, la novela se hace más compleja hacia el fin. Es muy importante subrayar que los hechos del Dock lo han cambiado todo para la narradora y que han provocado en gran parte la amnesia. Dicho de otro modo, en algún momento, las imágenes del
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ataque habían sustituido la imagen que tenía la narradora de Poli. Precisamente por esta razón, ella va a tardar mucho tiempo en recordar a la persona completa de Poli y en volver menos secundaria la imagen del ataque: “quizá los recuerdos de Poli, momentáneamente eclipsados por las fuertes instantáneas de su desaparición, necesitaran un poco más tiempo para volver a encenderse” (74). Podemos decir que la memoria o la falta de memoria constituye un tema bien representado en la novela. Refiriendo a las facultades de la memoria, la narradora enfatiza que “uno puede pensar que los mecanismos de la memoria son arbitrarios o que, cuando menos, suelen escapar a la voluntad. Quizá creemos eso porque ignoramos completamente su funcionamiento” (29). En otras palabras, nunca sabremos precisamente cómo funciona la memoria. Por ello, la narradora atribuye su vuelta a la memoria a los efectos del azar. De hecho, por la fotografía que figura en las noticias televisadas, ella finalmente recuerda a la Poli de que se habla. De nuevo, subraya que forma parte de “la serie del azar” ya que “si no hubiera visto aquella foto, nunca habría a ver a nuestra Poli y es probable que su muerte hubiese quedado asociada para siempre a la loca aventura del Dock” (34). Cabe observar que en un determinado momento, Poli quiere actuar contra el azar. Por su sacrificio en el atentado, “Poli tuvo noticias de que podía ocurrir algo horrendo, absolutamente determinante para el futuro de su hijo, y decidió intervenir contra el azar. Introdujo un elemento que alteró por completo la serie de circunstancias encadenadas en la Historia e hizo saltar la serie” (200). Sin embargo, la narradora sí atribuye su suicidio al azar: “Traté de volver a explicarle que no era aquello [...] lo que debía interpretarse como un sacrificio sino, por el contrario, el ataque. Que el suicidio de su madre era la circunstancia, el avatar, el detalle imprevisible” (201) o en otras palabras una consecuencia del azar. Al final de la novela, la narradora entiende que por los actos de Poli, “había conseguido hacer saltar nuestra serie del azar” (299) y que por esta razón ha tenido influencia sobre la vida de otros. Finalmente, el lector se entera de quién era Poli realmente, cuando se resuelve por completo el enigma y cuando “la luz de la memoria se había apagado sobre la imagen de Poli” (73). Después de haber analizado el tema de la amnesia en esta novela, pasamos a otro tema: la irrealidad versus la realidad.
3.1.4.3. El duelo entre realidad e irrealidad.
En el segundo capítulo, otro personaje se introduce. Se trata de Margot, una vecina que vive en el departamento contiguo al de Poli. Margot le revela a la narradora que Poli tiene un hijo, Leo. Es muy notable que la narradora no presenta una buena imagen de Margot visto
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que debido a su conducta no “nos convertíamos automáticamente en buenas amigas” (49), una imagen que se vuelve aún peor en los capítulos siguientes. De hecho, ya en el tercer capítulo la describe como una mujer “capaz de cualquier cosa” (75) y “llena de mentiras” (76). Cabe señalar que es en el segundo capítulo donde la narradora comienza a darse cuenta de que Poli era una verdadera persona y que ambas mujeres han compartido partes de sus vidas: “Poli había sido alguien y no simplemente un fantasma” (43). En este capítulo, se puede notar ya el desfase entre realidad y irrealidad. Es decir, durante todo el relato la realidad se enfrenta con la incredulidad para aceptar la verdad. La aceptación de que Poli era una verdadera persona que la narradora ha conocido realmente y no un fantasma ilustra bien esta situación. Por esta misma razón se encuentra frecuentemente en la novela la oposición entre sueño y realidad. En el mismo capítulo, Sánchez nos describe bien la transición de irreal a real, subrayando que “los recuerdos más vivos de esas semanas comienzan por las oficinas de la morgue” (43). De hecho, la visita a la morgue se graba en su memoria; “el recuerdo es tan vivo que todo parece volver a ocurrir ahora” (44). El hecho de que a partir de la morgue la narradora se acuerde muy bien de lo que ha sucedido, se puede relacionar con las escenas que siguen. Es decir, después de la visita, la narradora será introducida al hijo de Poli, Leonardo. Más lejos en la novela veremos que este encuentro con el hijo tendría una influencia enorme en ambas vidas. Por esta razón, podría ser que quede muy vivo en la memoria de la narradora. La protagonista tendrá el derecho de custodia provisional hasta que alguien de la familia de Poli reclamaría la responsabilidad por el hijo26. Ya en el el segundo capítulo, el lector se entera de la personalidad especial del hijo visto que “era notable la rapidez con que había empezado a hablar de su madre en tiempo pasado, como si no le hubiese costado nada admitir su fin o lo hubiera previsto mucho antes” (56). En el tercer capítulo, la narradora lleva al hijo a su casa, todavía con la esperanza de que “se presente algún pariente” para reclamarlo (60). En otras palabras, para la narradora el chico no va a quedarse más que un rato: “Después se encerró en uno de los cuartos, más precisamente en mi escritorio, que le había sido asignado para su breve estadía” (61). En este capítulo, Sánchez nos esboza la extraña personalidad del hijo y los primeros contactos con la narradora. De hecho, en vez de llorar por amor a su madre, el chico se encierra en sí mismo e instiste en que nadie la recuerde esos tiempos “con el tono de una persona adulta que desea borrar un capítulo penoso de su historia” (60). El chico reacciona de manera anormal, casi
26 Más adelante en la novela, veremos que nadie va reclamar al hijo.
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irreal puesto que no demuestra ninguna emoción. Para la narradora, Leo no es un desconocido debido a la relación que tuvo con Poli; “le conté que alguna vez lo había cuidado durante sus enfermedades, mientras Poli iba a trabajar” (60). Poco a poco, comienza a recordar más detalles de su infancia, una vuelta a la memoria y a la realidad: “Recordaba al hijo de Poli como un chico enfermizo, siempre un poco ojeroso, con el carácter anormalmente sereno de una persona mayor, aun a la edad temible en que le tocan todo en su pacto de agresión contra el mundo. Un hijo de una personalidad romántica” (66). Esta descripción ya nos cuenta algo de su infancia puesto que la manera de comportarse “juiciosamente” era simplemente su “instinto de conservación de la especie” (66). En esta parte de la novela, Sánchez nos muestra la especial personalidad de Poli y la influencia que tuvo en su hijo. Por esta razón, Poli es representada como una persona muy caótica, insegura en cuanto a la maternidad pero en realidad una madre devota a su hijo. Sin embargo, por su carácter un poco alternativo veía las cosas de manera diferente, como veremos en la parte siguiente. Hay que observar un cambio importante en el tercer capítulo. Cuando hablábamos de amnesia, hemos dicho que la muerte de Poli provocó una falta de memoria (cf. supra). Sin embargo en este capítulo observamos que la narradora, viajando por la ciudad junto con Kim y Leo, se enfrenta con un momento crucial en su recuperación de la memoria. Es decir, durante este pequeño viaje, “en esa realidad virtual sin tiempo, por primera vez olvidé la muerte de Poli” (86), un hecho que le permite a la narradora acordarse de la verdadera Poli y no de la difunta. De todos modos, podemos decir que la línea entre la realidad y la irrealidad es borrable visto que casi nunca estamos seguros de cuanto la narradora nos cuenta. Pasemos al análisis de la segunda parte con sus temas respectivos.
3.1.5. Análisis segunda parte.
3.1.5.1. La relación excepcional entre madre e hijo: la familia paródica.
En el análisis de esta novela, no podemos ignorar la omnipresencia que tiene el tema madre e hijo. Este tema conlleva dos facetas distintas. Por un lado, Sánchez subraya la relación biológica de Poli y Leo mientras que por otro lado enfatiza la relación establecida artificialmente entre la narradora y su chico “adoptado” Leo. Es muy importante señalar que en esta novela, la estructura convencional de padre-madre-hijo ha desaparecido por completo. Sin embargo, Matilde Sánchez nos propone otra forma de familia, o sea “la familia paródica” (Saona 2004: 24). En nuestro caso, este tipo de
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familia comprende a la narradora, su amante extranjero y el hijo de una amiga asesinada durante un ataque al aparato político. Margarita Saona (2004: 206) nota que “la familia nuclear es desarticulada y reemplazada por una estructura mínima, la díada madre-hijo”. Esta estructura mínima conlleva algunos contextos que destruyen “las concepciones tradicionales de la maternidad” (Saona 2004: 206). De hecho, el concepto de “maternidad” cambia por completo en esta novela. Como hemos dicho en la parte anterior, la relación entre Poli y Leo está caracterizada por la inseguridad, el caos y la inquietud. La narradora enfoca que Poli “admitía las enfermedades de su hijo como el merecido castigo de toda madre desatenta” (69-70). Aunque hubiera sido una madre que amaba a su hijo, “cada nuevo año de Leo era un año sustraído a su juventud y todo progreso hacia la madurez era vivido por Poli como una mayor proximidad a su muerte” (70), una visión casi apocalíptica. De cualquier modo, tenía el carácter especial debido a su incapacidad de “administrar su vida y sus emociones” (185). Julia Kristeva27 define la angustia que sentía Poli hacia su hijo como “una forma institucionalizada de psicosis, una división del yo, un cuestionamiento de los límites de la subjetividad” (Saona 2004: 207) o dicho de otro modo como una forma de extrañamiento. No obstante, es precisamente a causa del vínculo especial entre una madre y su hijo que el mundo de Poli cambia por completo. Por esta razón, Poli comienza a entender que “en el mundo sin niños no había nada peor ni más terminal que la propia muerte. Con la llegada de Leo, Poli descubre que “la hipotética muerte del niño desplazaba ese límite hacia un umbral de dolor inconcebible, tan extremo que en él se disolvía el lenguaje” (123-124). Hay que señalar que la llegada de Leo también cambia profundamente la vida de la narradora. Por causa del atentado, Leo se vuelve huérfano. El chico, después de su estancia con la vecina de Poli, Margot, se encuentra bajo la custodia de la narradora. Al inicio ésta, que no está lista para tener hijos y formar parte del “universo hostil y exigente de las madres” (71), no sabe cómo comportarse frente al hijo. De hecho, el chico parece ser un intruso en la vida tranquila con su “novio” Kim. Hemos visto que la relación con Kim no tiene nada de convencional. La relación que se estableció entre ambos protagonistas es superficial y casi borrable: “En cuanto a Kim, provenía de cualquier lugar y por lo tanto podía desaparecer en cualquier momento sin dejar en mí más rastros que la evocación ocasional de un rostro, cuyas facciones orientales resultarían desdibujadas” (35). Cuando el chico se introduce en esta familia poco habitual, la narradora se siente forzada a aceptarlo. Sin embargo, puesto que hay nadie o ninguna institución que pueda o quiera cuidar al niño, acepta ocuparse de la custodia
27 Kristeva apud Saona (2004: 207).
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del muchacho. Después de conocerle a Kim, el chico les pide a la narradora y a Kim de llevarlo a la casa de los Behn, la casa de sus antepasados en la costa uruguaya de Solís. Este lugar representa para la narradora y los otros una fuga para escapar a la imagen tradicional que reina en Argentina (cf.infra). Es precisamente allí donde los personajes comienzan a formar una familia, aunque muy lentamente. No obstante, la relación que se establece entre los tres miembros de esta “familia paródica” es muy frágil (Saona 2004: 211): “ El progreso actual se hacía evidente en el hecho de que hubiera dejado de ofrecerme una taza de té a intervalos previsibles, pero sobre todo en que ahora preguntaba sobre cuestiones [...], y ésa era una señal inconfundible de que, [...], estaba dispuesto a convivir” (104). Aunque al inicio parezca funcionar, “Leo se mostraba cambiante a mis ojos cada día” (105), de nuevo trasluce la fragilidad amenazante; “su trato se había vuelto amable y hasta cordial pero sé que no le interesaba en absoluto mi persona sino que podría haberse comportado exactamente igual con cualquiera” (103) y “todo podría estar terminado en cuestión de minutos” (145). No obstante, hacia el final del libro es la relación con su amante lo que no perdura mientras que el vínculo con su “hijo adoptivo” se vuelve más estrecho y la “paródica familia de veraneo” se desintegra (138). Lo más importante es que al final la narradora ya no se puede imaginar su vida sin el hijo o dicho de otro modo ya no puede vivir en un “país sin niños”. Además, aunque parezca contradictorio para la narradora, Poli le ha salvado la vida y la ha sacado de la mediocridad: “Los habituales programas de evasión parecían ser mi renuncia a la vida, a lo que de verdad me importaba. De pronto, todo parecía grave y profundo. Y esa era quizá la transformación más profunda, y acaso duradera, que había conseguido Poli con su muerte” (267). Por esta razón, el fin del viaje a Solís trae consigo una paz que no había sentido antes de la llegada de Leo; “El tiempo ya no se parecía a un viaje. Los viajes habían terminado y comenzaba la época de residir” (269). Podemos concluir que Leo ha vivido en dos tipos de “familia paródica”: por un lado, junto con una madre soltera que estaba insegura de sus capacidades; por otro lado, bajo la custodia de la narradora y su amante Kim. Acabamos de analizar el papel que cumple la figura de la madre omnirepresentada en la novela. En la parte siguiente, nos concentraremos en la figura del padre en el libro.
3.1.5.2. La familia paródica: la ausencia de una figura paterna.
En la parte anterior, hemos subrayado la importancia que tiene la figura de la madre en el libro. Sin embargo, su imagen ha cambiado por completo en la novela de Matilde Sánchez. Durante todo el relato, Leo no deja de preguntar detalles sobre su verdadero padre. Como
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hemos dicho en cuanto al estilo de Matilde Sánchez, estos detalles se revelan poco a poco y nunca juntos. Por consiguiente, tenemos que leer algunos capítulos antes de enterarnos de la historia completa. El padre de Leo, “que había convivido poco tiempo con Poli y había decidido emigrar algunos meses después de su nacimiento”, dejó un gran vacío en Leo (111). Este hombre, “con quien nunca se pudo contar”, provoca por primera vez algún sentido de curiosidad en el chico. Sin embargo, aunque parezca importante para Leo saber quién era su padre, este hecho de nuevo está relacionado con su madre. Es decir, quiere conocer sus orígenes para saber si la relación que tuvo Poli con su padre era suficientemente estable para que desearan su nacimiento. Dicho de otro modo, para saber si “Poli había tenido un hijo, [...], porque lo deseaba” (114). Además de esto, la pregunta si era deseado por su madre se relaciona con otra pregunta: si era deseado, ¿ por qué se suicidó entonces Poli? Sánchez nos explica que para Leo “insistir en que él no había figurado en ese momento en la conciencia de su madre, no significaba un alivio, sino todo lo contrario: la prueba irrefutable de su abandono. Y también un motivo sólido de resentimiento para toda la vida” (115). Esto subraya de nuevo que los actos de una mujer rebelde tuvieron repercusiones enormes en la vida de su hijo. Dicho de otra manera, lo que parece ser un acto “cotidiano” puesto que “cualquier madre podría haber atacado el Dock, cualquier vecino, uno mismo, cualquiera”, se transforma en un acto simbólico con graves consecuencias (97). Cabe observar que esta frase tiene otro significado. Es decir, el hecho de que uno pueda decir que el atacado puede ser un acto cotidiano, lleva consigo que “si una madre pudo haber hecho algo así, cualquiera podría” (Saona 2004: 215-216). Podemos explicar la ausencia del padre por motivos sociopolíticos también. Expliquemos su relación con la familia paródica en la parte siguiente.
3.1.5.3. La familia paródica: motivos sociopolíticos.
En primera instancia, la novela de Matilde Sánchez nos cuenta el relato de Poli, la narradora y Leo, vinculados por el azar. Sin embargo, el mensaje que quiere revelarnos es más complicado. Hemos dicho que al final de la historia, la narradora ya no se podría imaginar una vida sin el Leo, vivir en un “país sin niños”. Margarita Saona (2004: 211) distingue dos sentidos diferentes de este término. En primer lugar, refiere al mundo de la narradora antes de la llegada de Leo: era una “soltera independiente sin hijos”. En segundo lugar refiere a un contexto más bien político, es decir él de “aquellos niños de los desaparecidos durante la Guerra Sucia en la Argentina a los que las Abuelas de Plaza de Mayo todavía buscan. Y su sola imagen evoca los pecados del Estado” (Saona 2004: 211).
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Durante la última dictadura militar argentina entre 1976 y 1983, el gobierno secuestró a los niños argentinos de padres “insumisos” para elevarlos como sus propios hijos. De ahí que se creó la organización de las “Abuelas de Plaza de Mayo” para restituir a las familias argentinos los niños secuestrados durante la dictadura. Saona (2004: 212) nos comunica que “los hijos de los desaparecidos fueron secuestrados y criados como propios por los mismos responsables de la desaparición de los padres”. Por esta razón, puede ser que Sánchez haya preferido enfatizar la ausencia del padre de Leo por motivos simbólicos. Cabe decir que en la novela, esta ausencia se representa bajo otra forma. En este caso, se trata de un padre que no asumó su responsabilidad del hijo sin que estuviera obligado a abandonarlo. El gobierno argentino había montado otro tipo de “novela familiar” para aplastar la protesta social contra los secuestros, dibujando la perfecta familia a través de las imágenes de los hijos secuestrados. Sánchez nos demuestra su actitud frente a este tipo de novela, destruyendo esta imagen ideal y esbozando la “familia paródica”, que acabamos de examinar. Al querer destruir la imagen, rechaza de cierto modo la dimensión política, pero hace que en El Dock se “plantee una política de más alcance, una política de los lazos sagrados que unen a un ser humano con otro y que denuncia el fracaso de las leyes del estado” (Saona 2004: 214). No obstante, esto no quiere decir que la autora rechace a la familia, sino que quiere regresar a la relación primaria entre madre e hijo. Es muy importante reconocer el lazo entre los hechos reales, como la muerte de Poli y las consecuencias personales que tuvieran sus acciones reales o políticas. En cuanto a Poli quien tuvo la opción de tener un hijo o no, Sánchez demuestra de nuevo claramente la ruptura con el antiguo ideal propuesto por el Estado: “ Yo creo que en esos años un hijo era la forma de demostrar en términos personales que el mundo había cambiado, y que una mujer podía hacer con su vida lo que le viniera en gana. Era una forma de refutar la Historia” (114), o de refutar las actividades políticas de los años pasados. Nos podemos preguntar qué relación tiene todo lo mencionado con la exclusión que aparece como tema en las villas miseria. En la parte que sigue, explicaremos el vínculo con la novela de Matilde Sánchez.
3.1.6. Las villas miseria: una exclusión total.
De lo arriba mencionado, hay que constatar que los personajes del libro (Poli, la narradora, Leo y Kim) se encuentran en una forma de vivir en que están excluidos de la sociedad urbana: “los personajes de El Dock buscan resucitar vínculos afectivos desde los
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márgenes, fuera del espacio nacional y de las instituciones familiares tradicionales” (Saona 2004: 212). Para demostrar la situación de exclusión en que se encuentran los personajes, empecemos con el personaje de Poli. Ésta queda excluida de la sociedad de dos maneras: fuera de la ley y fuera de la ciudad que obedece esta ley. Se encuentra fuera de la ley porque forma parte del grupo de terroristas y fuera de la ciudad porque no se puede conformar con sus reglas. Además, por sus maneras caóticas y su inseguridad como madre soltera, no pertenece a la familia ideal adoctrinada en el resto del país por el gobierno. La narradora está excluida de la sociedad casi por las mismas razones. Es decir, no representa una madre perfecta para el hijo adoptivo puesto que no sabe cómo comportarse. Además, cuestiona todo “lo natural” de la maternidad que para ella parece muy difícil de aceptar. De esta manera, nunca cumple el ideal del Estado. Encima de esto, hay algunos aspectos que agravan su exclusión de la sociedad: debida a su enfermedad, no forma parte de la población que trabaja. Cabe decir que también se encuentra fuera de la ley, puesto que yendo a la casa de Solís en Uruguay “cruzan la frontera sabiendo que es ilegal llevar a un menor fuera del país sin el consentimiento de un apoderado” (Saona 2004: 217). Esto significa que la narradora tampoco obedece las leyes impuestas por el Estado argentino. Varias veces menciona que la sociedad va hacia peor. Refiere al cuento de Los mosqueteros que subraya la disolución de la sociedad. A través de estos tipos de cuentos o fábulas establece el paralelo con la sociedad argentina. Cabe señalar que Sánchez ha elegido una mujer protagonista en vez de un narrador. Quiere enfatizar la exclusión de la mujer del mundo masculino del Estado y quiere distanciarse de sus normas. Dicho de otro modo, de nuevo elige deliberadamente apartarse de la sociedad. Encima de esto, hay que señalar que la maternidad permite a la narradora pertenecer a una sociedad “maternal” aislada de la sociedad “real”. Por esta razón, al final de la historia, tiene el sentimiento de formar parte de una relación importante aunque, como hemos mencionado, no fue fácil establecerla con el chico. Podemos observarlo cuando la narradora y Leo se retiran en la casa de Solís, su universo aislado: Su insistencia en las leyes del universo me quita todas las ganas de vivir, le digo, me siento expulsada del mundo y precisamente estoy allí para ser nuevamente admitida en alguna forma de comunidad que me acepte. [...]. Pero Leo me recuerda, no sé si con gentileza o con ironía, que esa casa no me pertenece y es él quien permite que yo imponga ciertas reglas (224-225).
Aunque su universo también está aislado del resto del país, no tiene un sentimiento solitario. No sólo se siente aislada en este momento, sino también constatamos su propensión a alejarse de la sociedad desde el inicio del relato. Es decir, la historia empieza con la narradora que está
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en su cuarto de estar, aislado del resto de la ciudad. Por un lado, no puede salir de su cuarto debido a su enfermedad. Por otro lado, no quiere salir de su cuarto porque no quiere enfrentarse con la ciudad. Se siente bien en su aislamiento puesto que de esta manera pertenece a una sociedad: la suya. Esto significa que siempre encuentra una forma de sociedad en que se siente bien. Además, es ella que permite la entrada de otras personas en su mundo cerrado. Es una razón por la que no siempre tolera la presencia de Kim. En cuanto a nuestro médico asiático podemos decir que tampoco pertenece al mundo argentino. Por un lado, por su origen y su color de piel siempre se destaca entre los habitantes argentinos. Por otro lado, aunque habla muy bien el español y en especial la variante argentina, nunca será un verdadero argentino. Cabe señalar que en el texto sí hay momentos en que se refiere al problema de las villas miseria, aunque de manera indirecta. Por ejemplo, en un momento en el texto, Sánchez alude a la ciudad cada vez más creciente, cuando los protagonistas que viajan a Solís observan que “parecemos ser los únicos que nos alejamos de la ciudad. En el carril opuesto, el tránsito fluye en un estruendo incesante de motores y arroja masas compactas de viento al interior de nuestro automóvil, impidiéndonos todo diálogo” (147-148). Además, Sánchez a veces utiliza cuentos o fábulas para establecer el paralelo con la ciudad creciente y cada vez más densa. De hecho, compara las dos galaxias de las Nubes de Magallanes con la ciudad de Buenos Aires, aunque de nuevo de modo indirecto: “La densidad de la nueva galaxia es tal que no podría pasar entre los planetas un grano de arena ni la punta de un alfiler, naturalmente, ni siquiera la luz. Estrellas y más estrellas pegadas unas contra otras” (227). Más lejos en el texto continúa diciendo que “el poblamiento del universo no es ordenado ni armonioso. Allí afuera había enormes disparidades y contrasentidos. Espacios vacíos, vacíos a extremos que nos resultaban irracionales, y al mismo tiempo puntos de una densidad inconcebible” (227). Notamos el marcado contraste entre “vacío” que pueda referir a las habitaciones de los ricos que ocupan mucho sitio en comparación con las “piezas” de los pobres viviendo en las villas miseria; “un horrible cóctel de piedras, estrellas y planetas en conflicto permanente” (227). Dicho de otro modo, las dos galaxias que representan a las villas miseria y las zonas opulentas se contraponen constantemente. Finalmente, añadimos que la autora misma no forma de la sociedad argentina durante la última dictadura debido a su espíritu insumiso. Toda su novela constituye una acusación contra este régimen. De esta manera, nunca va a formar parte de la masa y eso es algo único. Podemos concluir que la temática de las villas miseria no aparece literalmente en su novela
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pero que de manera indirecta, a través de un rodeo, evoca el mismo sentimiento de exclusión y aislamiento que encontramos en estas villas miseria.
3.1.7. Conclusión de El Dock.
En conclusión, constatamos que Matilde Sánchez ha conseguido mostrarnos su versión especial de una novela posdictatorial. Hemos visto que su relato no sólo es importante por su temática sino también por la visión femenina que introduce. El hecho catalizador, o sea la muerte de Poli, provocó una reacción en cadena de varios acontecimientos. Como hemos explicado, su muerte tuvo una gran influencia en la vida de la narradora, quien fue sometida a una serie de cambios que modificaron radicalmente su manera de vivir y pensar. A través de nuestra narradora, la visión de Sánchez se desarrolla plenamente. Constatamos, aunque de manera indirecta, que la autora critica el gobierno de la Guerra Sucia con vehemencia. Precisamente por su visión femenina constituye la antítesis de ese régimen. De hecho, mientras que durante el régimen se introduce la familia perfecta, nuestra autora nos propone la familia paródica. En este relato, la familia paródica aparece dos veces. En primera instancia, se trata de una mujer soltera Poli con su hijo Leo. En segundo lugar, una nueva familia se forma entre la narradora y el huérfano. Hemos visto que el papel que juega Kim, el “novio” de la narradora, es secundario tanto en relación con la narradora como en relación con el muchacho. Otra vez podemos constatar la importancia de la maternidad: Sánchez nos esboza una sociedad maternal en vez de paternal. Dicho de otro modo, su sociedad maternal representa una alternativa para la sociedad machista de los años pasados. Sin embargo, no sólo ha escrito una novela posdictatorial, sino una novela de exclusión. De ahí la relación con nuestra temática de las villas miseria. Acabamos de ver que nuestra narradora se encuentra de maneras diferentes en una situación de exclusión. Es decir, se encuentra fuera de la ciudad, fuera de la maternidad, fuera de la situación prototípica impuesta por el gobierno criticado. No obstante, al final de la novela, forma parte de su propia sociedad: una sociedad fomentada por sí misma en que se siente bien. Cabe concluir que esta paz que encuentra al final es comparable al sentimiento que sienten los habitantes de las villas miseria, o sea el sentimiento de pertenecer a una comunidad cerrada.
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3.2. Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarcón: un análisis.
3.2.1. Cristian Alarcón: una breve presentación.
El escritor Cristián Alarcón, de origen chileno, nació en La Unión en 197028. Estudió en la Universidad de La Plata donde llegó a ser licenciado en Comunicación Social. Era docente de la UNLP y del Master de Periodismo en la Universidad de Barcelona. Entre 1996 y 2002 ha sido redactor del diario Página/12, donde se dedicaba a los temas de la exclusión social y la violencia urbana. En 2006 recibió el premio Samuel Chavkin por The North American Congress on Latin America por su libro Cuando me muera quiero que me toquen cumbia (2003). Hoy en día es redactor del diario Crítica.
3.2.2. Cristian Alarcón: la voz del narrador de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia.
Antes de introducir el libro, tenemos que detenernos en la figura de Cristian Alarcón como periodista y, en el texto que nos ocupa, investigador de las condiciones sociales en que se encuentran los habitantes de las villas del conurbano norte. Al ser chileno, no le fue fácil entrar en el mundo bonaerense con su propia forma del voseo y sus reglas correspondientes. En esta novela non ficticia en la tradición de la crónica, Alarcón hace coincidir la figura del narrador con su propia persona. Por esta razón, el narrador reproduce los sentimientos y la opinión de Cristian Alarcón y en consecuencia representa al autor. Aunque se espera de un periodista que sea objetivo, poco a poco el narrador deja traslucir que tiene respeto y simpatía por los pibes. Hay que decir que Alarcón no nos oculta ningún elemento de la dura realidad puesto que nos demuestra la violencia creciente en este “micromundo delincuencial de la zona norte” (126). Después de un rato, es aceptado por completo por los pibes de la zona debido a sus esfuerzos por integrarse: “nosotros tomamos una cerveza, fumamos un porro y nos volvimos después de que Alfredo Srur hizo las primeras imágenes de lo que sería un largo ensayo fotográfico” (103). Precisamente para integrarse bien en el mundo de los pibes chorros, Alarcón gastó mucho tiempo en la zona, como deja entender en varias ocasiones: “Muy de a poco el campo de acción en el lugar se fue ampliando para mí, abriéndose hasta dejarme entrar a los expendios de droga, a las casas de los ladrones más viejos y retirados, a los aguantaderos” (14). El hecho de dedicar tanta paciencia y compasión al barrio le dio la oportunidad de describir mejor la evolución de una generación y de pintar mejor la imagen de una sociedad excluida de la “gran ciudad”.
28 Estos datos provienen de la introducción al libro.
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3.2.3. Introducción a Cuando me muera quiero que me toquen cumbia.
Acabamos de explicar que en Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, Cristian Alarcón nos introduce al mundo cerrado de esta crónica novelada. Siendo periodista, Alarcón nos muestra su visión de la realidad cruda que reina en el tercer cordón suburbano. Este cordón contiene las villas de la San Francisco, la 25 de Mayo y la Esperanza. Todos estos relatos o documentaciones están organizadados alrededor de la figura de Víctor Manuel “El Frente” Vital. Mostrando la realidad social, Alarcón actúa como testigo y documentalista de la situación cruda en la que viven los habitantes de esta zona. En su prólogo, el narrador ya marca el tono en que el libro estará compuesto. O sea, en la primera frase nos dice: “Cuando llegué a la villa sólo sabía que en ese punto del conurbano norte, a unas quince cuadras de la estación de San Fernando, tras un crimen, nacía un nuevo ídolo pagano” (13). En otras palabras, nació el mito de Víctor Vital. El hecho central es el asesinato de Víctor por la policía, la mañana del 6 de febrero de 1999. Un hecho muy significativo puesto que organiza todo el libro y hace que todos los relatos giren en torno a la figura del Frente29. Alarcón nos explica que, como jornalista, no fue fácil entrar en las villas de estos pibes pero que muy de a poco, el lugar se fue ampliando. Poco a poco, se va familiarizando con las costumbres particulares de estos pibes con su lenguaje correspondiente, o sea el uso del voseo: “Salí rata”(55) o “No te acordás de mí?”(99). A dos años de su llegada al barrio, Alarcón ya se da cuenta de que después de la muerte del Frente, todo ha cambiado. En resumen, el catalizador aquí es la muerte de Víctor Manuel “El Frente” Vital en una crónica subdivida en un prólogo, nueve capítulos y un epílogo. En primer lugar, explicaremos qué significa exactamente el título “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” antes de examinar en qué condiciones perdió la vida el Frente.
3.2.4. Explicación del título.
Para mejor reproducir el ámbito que reina en las villas de la San Francisco, la 25 de Mayo y la Esperanza, explicaremos primero el título visto que ilustra bien la atmósfera del microcosmos en que viven los pibes chorros con sus ideas particulares. Después del fallecimiento del Frente, sus amigos se reúnen para acordarse de él, escuchando los temas de su amigo muerto: “primero cumbia colombiana, cumbia de sicarios, después el grupo
29 Se puede comparar la muerte del Frente como hecho organizador del texto con el adulterio de Ana Ozores en La Regenta.
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mexicano Cañaveral. Al final puso una canción que el Frente escuchaba como parte de su personal religión” (30): “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia,/ y que no me recen cuando suenen los tambores,/ y que no me lloren porque me pongo muy triste,/ y que no me lloren porque me pongo muy triste,/ no quiero coronas ni caritas tristes,/ sólo quiero cumbia para divertirme” (30). Alarcón nos explica más tarde por qué efectúan este ritual: El baile de los chicos que para cuando mueren quieren cumbia es una ceremonia funeraria convertida en carnaval; es dedicarle lo ganado en ese rapto de violencia que implica acercarse demasiado a la muerte, al frenesí de las pistas, a los latidos frenéticos que sólo puede dar la cocaína, a la distorsión de imágenes, colores y significados que regalan las pastillas mezcladas con alcohol (45). Dicho de otro modo, la fiesta es la manera de honrar un pibe muerto, un modo de olvidar los daños cantando su música preferida: cumbia. Para comprender aún mejor este ámbito excepcional en que se movía Alarcón durante unos años, evocaremos ahora el principio de la historia, es decir la muerte del Frente Vital.
3.2.5. El catalizador de la historia
Acabamos de decir que la trama se desarrolla alrededor de la figura del Víctor Manuel “El Frente” Vital y más precisamente que gira en torno a su muerte. Cabe subrayar que Alarcón tiene un estilo especial para contar esta historia. Efectivamente, el narrador reproduce el relato de la muerte visto a través de los ojos de varios personajes. Es decir, ya nos enteramos del impacto de la muerte del Frente por las reacciones y los sentimientos de los personajes. Procediendo según esta manera de trabajar, Alarcón nos cuenta sus trasfondos. De hecho, el relato empieza30 con María, la ex-novia del Frente que fue exilada de la casa familiar por su padrastro, “un poco respetado dealer de la zona, miembro del clan de los Chanos” (17). Ya podemos constatar que el escritor está dibujando el trasfondo de María, utilizando la muerte del Frente para mejor explicar la posición de María en la historia. Lo que sigue es una frase que vuelve muchas veces en el primer capítulo: “ ¡Parece que mataron al Frente! (17). Después de María, el narrador pasa a Laura, que es informada de la muerte por su madre: “Lau, me parece que lo mataron al Frente” (18). Al inicio, Alarcón sólo nos ofrece un pequeño resumen de los eventos pasados: “Varios habían visto de refilón cómo Víctor y tras él Luisito y Coqui, dos de los integrantes de lo que la policía propagandizó como La Banda de Los Bananita, pasaban corriendo por el corazón de la 25 con las sirenas policiales de fondo, [...], metiéndose en el rancho de doña Inés Vera” (18-19). Por un momento, nadie sabe si los tres pibes están vivos o no. Por su manera de no contar del todo las cosas desde el
30 En el primer capítulo.
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inicio, el narrador suscita nuestro interés porque ya sabemos que el Frente está muerto pero no sabemos si los otros dos chicos viven. Lo que sigue al asesinato es que todos los confidentes y los más cercanos de Víctor se agrupan frente al rancho donde la policía le tiene encerrado al Frente: “Los policías se vieron rodeados apenas se internaron en la San Francisco; con cada vez más refuerzos intentaban disuadir a los vecinos de que se retiraran” (19). Uno de los mejores amigos del Frente, Mauro, que se había distanciado del oficio ilegal hace muchos años, también nos confía su punto de vista. Durmiendo al lado de su mujer Nadia, escucha disparar. Cuando corre hasta la entrada de la San Francisco, donde mataron al Frente, es parado por un policía. Aquí ya remarcamos que los habitantes de las villas no les tienen mucho respeto a los policías puesto que Mauro sigue su camino sin obedecer la orden policial (cf. infra). Por un momento, existe la esperanza de que el Frente se haya escapado. De repente, llegan dos ambulancias. Sin embargo, Laura observa que la segunda ambulancia “por los supuestos heridos” se va vacía. Esto significa que la policía escenificara la ayuda a los pibes puesto que en realidad les dejan agonizantes en el rancho. Dicho de otro modo, querían disimular sus intenciones malicias para tener bajo control a los espectadores. Finalmente, Laura y Chaías van en busca de la madre del Frente. Su madre, Sabina Sotello no se da cuenta enseguida de los hechos puesto que ya está acostumbrada a la criminalidad de su hijo. De hecho, piensa que “éste tomó de rehén a alguien y está esperando que yo llegue para entregarse pero antes lo voy a trompear tanto...” (21-22). Mirando el móvil de los cazadores de noticias, se da cuenta de que lo que pasó a su hijo es mucho peor que lo imaginado. Cuando la mujer policía no le dijo directamente a Sabina donde se encuentra su hijo, ésta “la agarró del cuello del uniforme y la levantó contra un ropero pequeño que había en aquel cuarto de dos por dos” (22-23). Sin embargo, Alarcón no nos revela inmediatamente qué pasó con el Frente sino que en primer lugar intercala la sinopsis de este día fatal. En otras palabras, introduce una pausa en el momento más excitante. Hay que señalar también que en esta sinopsis se refleja la visión de la policía, o sea la versión oficial de los acontecimientos pasados: “El hombre que escribía a máquina desarrollaba en lenguaje judicial los hechos que habían llevado a la muerte de Víctor Manuel Vital esa mañana de febrero” (23). A través de esta declaración, nos enteramos de la posición precisa en que se encontraban El Frente y sus dos compañeros Coqui y Luisito, o sea en “el número 57 de la calle General Pinto, esquina French” (23). Los pibes, preparándose para “trabajar”, están advertidos por Gastón, el hermano de
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Chaías para que no vayan a robar; puesto que este lugar tenía “mulo31”, pero éste no le obedece. El problema se produce cuando los tres pibes tardan en robar una carpintería “a sólo ocho cuadras de French y Pintos” (23). Por consiguiente, el dueño de la carpintería rápidamente se da cuenta de los eventos pasados y alerta a dos patrulleros que guardan la zona. Notamos que Alarcón no omite detalles, debido a su estilo de periodista, y nos ofrece los nombres (aunque adaptados para proteger las verdaderas identidades) de los policías para hacer más realísta el relato. O sea, los policías en cuestión son el sargento Héctor Eusebio Sosa, los cabos Gabriel Arroyo y Juan Gómez ayudados por otros dos cabos Ricardo Rodríguez y Jorgelina Massoni, “famosa por sus modos, como la Rambito” (24). Después de una larga búsqueda y una persecución, los tres chicos se esconden en el rancho de doña Inés Vera. Es muy importante subrayar aquí que los chicos le entregaron sus pistolas y todo su dinero a doña Inés. Dicho de otro modo, estaban desarmados y por consiguiente no tenían la intención de disparar a los policías. Lo que sigue es una escena apocalíptica. La policía descubre a los chicos y los chicos no ven otra opción que entregarse. No obstante, aunque se entregan, los cabos disparan y ejecutan a los pibes desarmados y impotentes. El narrador nos esboza una escena dura, sin omitir detalles aunque sean muy violentos: “ El Frente falleció casi en el momento en que el plomo policial le destruyó la cara. Las pericias dieron cuenta de cinco ortificios de bala en Víctor Manuel Vital. [...] Uno de ellos le atravesó la mano con que intentaba cubrirse y entró en el pómulo. Otro más dió en la mejilla. Y los dos últimos en el hombro” (25). No se puede dudar que ha sido un fusilamiento por parte de la policía como demuestra Alarcón. En esta parte del relato ya constatamos que la policía tampoco es sin pecados. Aparece muy claramente que el sargento y los cabos mienten en la corte: “En la causa judicial el Paraguayo Sosa declaró que Víctor murió parado y con un arma en la mano”(25), una declaración rápidamente contradicha: “Pero la Asesoría Pericial de la Suprema Corte, [...], hizo durante el proceso judicial un estudio multidisciplinario,[...], afirma que si los hechos hubieran sido como los relató Sosa, él debería haber disparado su pistola a un metro sesenta y siete centímetros de altura” (26). Dicho de otro modo, “para haber matado al Frente, tal como dijo ante la justicia, Sosa debería haber medido por lo menos tres metros treinta centímetros” (26). Después de esta parte intercalada en la trama, Alarcón vuelve a la madre del Frente todavía con la policía entre sus manos para saber lo que pasó a su hijo. Finalmente, ésa le da
31 En la jerga significa vigilador privado (23).
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la respuesta final: “Su hijo está muerto. Ahí está, no lo toque” (26). Con esta reacción fría la policía le comunicó la noticia a la madre, de nuevo señal de la poca compasión que la policía les tiene a los pibes. Lo que sigue es una sublevación de los habitantes contra la policía. “Los vecinos de la San Francisco, la 25 y la Esperanza dieron batalla a la policía” (27), es decir responden la violencia con otra forma de violencia. La extensión de la multitud de los habitantes frente a la policía es abrumadora: unas 1000 personas frente a 150 policías. Fue una sublevación enorme que la policía reprime con todos los medios posibles: “Llegaron los carros de asalto, la infantería, el Grupo Especial de Operaciones, los perros rabiosos de la Bonaerense, los escopetazos policiales” (27). Lo que pasa parece ser una guerra, una guerra entre los habitantes de las villas y la policía. Sin embargo, pasa rápidamente sin mucho daño. Cuando alguien muy amigo de Víctor, Manuel, quiere asistir al velorio de su amigo Víctor, Sabina y su compañera Matilde se lo niegan por “ser demasiado peligroso” (34). En otras palabras, se habían juntado tantas personas armadas y tantos policías que había el riesgo de que estallara una masacre si uno entre ellos respondiera a la provocación. Finalmente, le hacen una corona de flores al Frente, porque él había dicho antes de su muerte: “Si me agarran, que me hagan una corona con flores de Boca” (35) y le enterarron “en una tumba del sector más pobre del cementerio de San Fernando, donde conviven los mausoleos señoriales de la entrada, y las pedestres sepulturas sobre la tierra” (15). Debido a la muerte trágica del Frente Vital que murió como mártir, nace un nuevo ídolo, un “ejemplo a seguir” para los pibes. En la parte que sigue, nos concentraremos en otros motivos que explican el nacimiento del mito “Frente” Vital y en su evolución personal de niño a adolescente.
3.2.6. La evolución de “Víctor” de buen hijo a criminal y nacimiento del mito.
Para entender cabalmente la extensión del fenómeno “Víctor El Frente Vital”, hay que examinar más profundamente las influencias en su juventud y las razones por las que entró en el mundo del crimen. Explicaremos el personaje de Víctor a través de un enfoque en la madre Sabina quien consituye el polo opuesto de su hijo. Sabina no tuvo una vida fácil. Se enamoró de un gendarme, un amor prohibido por su padre que odiaba los uniformes. Cuando se embarazó, la padre le dio una paliza énorme y ella no vio otra opción que huir de casa. Aunque el gendarme quería asumir su responsabilidad y vivir juntos, la familia de Sabina la amenazaba tanto que ella continuaba sola. Su padre le anotó al bebé como propio (39), llamándole Julio César. Sabina logró escapar a Buenos Aires, entrando en una familia acomodada. Es allí donde conoce a la mujer Odulia Medina,
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que ella llama “su verdadera mamá” (39). Cuando vuelve a enamorarse de otro hombre, quien será padre de su segundo hijo, todo parece mejor. Sin embargo, éste también le da golpes y Sabina huye de nuevo. Se enamora de un tercer hombre, quien es el padre de su hija Graciana, pero la relación termina. Finalmente, se embaraza de Víctor cuando empieza una relación con un tornero alcohólico. Cuando éste le “puso un revólver en la cabeza frente a los chicos”, se escapa y compra un ranchito en el barrio donde creció Víctor (40). Sin embargo, la amenaza continúa por muchos años durante la juventud de Víctor. Justamente porque Sabina sufrió todas estas humillaciones y estaba confrontada cada vez con la violencia y la criminalidad, no ha querido esta vida para su hijo: “yo lo único que quería era que estudiara” (40). Aquí observamos que en estos barrios excluidos de la ciudad, sí existen personas que quieren escapar del círculo vicioso de la violencia. Sabina realiza que la única manera de lograr es estudiar. No obstante, no pudo controlar la voluntad de su hijo: “Víctor se me fue de las manos. Sin que me diera cuenta empezó con la droga, y de ahí en adelante ya no hubo manera de frenarlo” (40). Aunque hace todo lo que pueda hacer, no puede evitar que su niño entre en el camino del delito: “A los trece años ya empezaron las denuncias policiales, el robo de las bicicletas, zapatillas, pavadas que se afanaban al principio” (40). Hay que subrayar que su madre hacía todo para sobrevivir y ganar dinero por sus hijos. Sin embargo, trabaja mucho y precisamente porque no tiene mucho tiempo se le escapa de las manos. Encima de esto, desde niño, Víctor siempre ha estado atraído por la criminalidad. Podemos constatar una evolución en la conducta de Víctor. Aunque en primer lugar escuchó más o menos a su madre y seguía las clases, no lo hacía más tarde. Sabina nos habla de sus primeros fraudes que consistían en “fingir una dolencia para no ir a clases” (41). Era tan bueno en fingir esta dolencia, que hasta su madre lo llevó al médico para constatar allí que le mintió. Poco a poco, Víctor se le escapa completamente de las manos y su relación se convierta en una lucha entre la madre en contra de la violencia y el hijo, prototipo de la criminalidad. De hecho, en un cierto momento Manuel cuenta una historia que pasó entre ellos: “La moto propia del Frente un día quedó secuestrada en el patio de una comisaría para siempre porque Sabina se negó a reclamarla otra vez, con el sueño de que Víctor sin movilidad dejara de robar” (44). No obstante, El Frente se compró un Jeep para querer llevarle la razón. De esta manera, Sabina siempre queda impotente por mucho que luchar contra la atracción del delito: ¡Sacá tu plata sucia de acá! ¡Metétela en el culo!” (49). Aunque el Frente había elegido el camino del delito, no podemos decir que fuera un
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chico maldito con ningún sentido moral. Es la razón por la que Manuel describe Víctor de la manera siguiente: Con un estilo entre paternalista y burlón, canchero pero de una generosidad que lo eximía de que su ego imponente fuera rechazado, el Frente podía donar lo que llevaba en el bolsillo para la causa más incorrecta o la más loable de todas; no había distingos morales en sus dádivas, en sus salvaciones cotidianas de la carencia ajena, ni en sus regalos intencionados (45). Aunque andaba robando, para la mayoría de los habitantes de las villas era una especie de “Robin Hood” que robó a los ricos y daba fiestas para los pobres. El narrador nos esboza las grandes diferencias entre la villa de San Fernando y la gran ciudad, dando una localización exacta y explicando la situación social: Es ese partido del conurbano bonaerense cuya estación del ferrocarril Mitre es casi la última antes de llegar a Tigre, a poco del Río de la Plata, entre Béccar y Carupá: es la zona del país donde la brecha entre pobres y ricos es abismal. La fortuna ajena parece al alcance de la mano: allí se da la maldita vecindad entre el hambre y la opulencia (15).
Una vez explicada la situación de exclusión en que se encuentran los habitantes de las villas y de los barrios, podemos comprender por qué el Frente ha sido recibido como el salvador de las villas. Puesto que hay tanta diferencia y tanta distancia entre los pobres y los ricos, los pobres se sienten aún más excluidos de la ciudad. Sabina nos explica que su Víctor “era un nene cuando me cortó la cama doble porque no usábamos la de arriba para regalársela a un chico que dormía en el piso” (48).Un otro ejemplo de su bondad nos explica Matilde: “El Frente tenía la idea fija de que los chiquitos comieran yogur y no caramelos. [... ] Cuando iba al kiosco se le paraban al lado, le pedían y él les compraba. Con el camión la villa se llenó de lácteos, de yogur, de leche cultivada, de cosas que nunca se habían podido tener” (51). Hay que señalar que el Frente se encontraba en un círculo vicioso puesto que al inicio, para ayudar a su madre, robaba para sobrevivir y vivir mejor. No obstante, una vez que había entrado en el camino de la delincuencia, no había salida posible. En cierto momento, podemos constatar otra razón por la que el Frente recibía tanto respeto y tenía tantos admiradores entre los pibes que se querían conectar a su banda. No sólo porque daba mucho a los pobres, sino también porque “era mejor ayudarlos que combatir la práctica del robo, que al mismo tiempo es un impulso hacia delante, un incremento del riesgo, la posibilidad de morir en un instante junto a un amigo en un asalto, y de morir en cualquier otro por una insignificancia, por un desacuerdo, por una venganza” (75). En otras palabras, casi no hay otra opción que adherirse al grupo del Frente si no se quiere estar amenazado o robado. Se podría decir que muchas opinen a que“hay que robar para dejar de robar” (141), como pretende Mauro, el “maestro” o padrino de Víctor.
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Víctor Manuel “El Frente” Vital se volvío el mascarón de proa para los pibes del barrio, por regalar a los pobres y a los suyos. Después de su muerte, muchos de sus seguidores se hacen tatuar con un signo especial para poder ser reconocidos. Cuando Laura ve que la policía traslada el cuerpo de Víctor, nota que hace con sus zapatillas una „v en la planta cuando lo tiran por el suelo, “era la marca que Víctor le había hecho a las zapatillas, la misma V que ahora dibujan los creyentes en las paredes descascaradas del conurbano junto a los cinco puntos que significan muerte a la yuta, muerte a la policía” (27). Son estos los cinco puntos que los amiradores del Frente se hacen tatuar en diferentes partes del cuerpo, las cinco marcas son “casi siempre del tamaño de un lunar, pero organizadas para representar un policía rodeado por cuatro ladrones” (27). Además de esto, representa una promesa personal de los pibes que la trampa de la policía “será algún día revertida” (28). Para comprender aún más el nacimiento del Frente, tenemos que estudiar las creencias y la fe que reina en las villas miseria del tercer cordón suburbano. Lo explicaremos en la parte siguiente.
3.2.6.1.Las religiones y las creencias del tercer cordón suburbano.
En cuanto al mito del Frente, tenemos que apuntar a un aspecto muy importante de la sociedad conurbana en que creció Víctor, es decir la presencia de la religión. En una sociedad tan excluida del resto de la ciudad, no es extraño encontrar cierto tipo de superstición. En esta zona también es el caso. De hecho, Marga o La Mai representa una de las personas más conocidas en la villa por su fuerte superstición ya que sostiene que en su mundo “todo tiene una explicación religiosa” (118). Por consiguiente, encontramos algunas referencias a la Biblia. Cuando está herido Daniel (cf. infra) y entra en el hospital, su madre Matilde establece el paralelo, aunque sin darse cuenta, con Cristo: “Yo pienso en todo lo que anduvieron a las balas los chicos míos: justo él que era el diferente pagó el pato por los demás” (118). Encima de esto, el santo más adorado por los chicos ladrones es San Jorge “o Pai Ogún según el sincretismo umbanda” (126). Este santo constituye una paradoja, visto que “El Pai Ogún es nuestro guerrero, pero al mismo tiempo de alguna manera también es la policía. A él se le pide para que proteja” (126-127). También es la policía “quizás por su condición de militar romano, quizás porque es el patrono de la caballería del ejército argentino” (130). Para Marga y Matilde, el mito de San Jorge y “sus metáforas de salvación” es una manera de comprender “el destino trágico de sus hijos menores” (127), “Marga considera que Miguelito, asesinado por la policía, pagó los pecados de ella, de su familia y de su hijo ladrón” (127). Marga cree también en una religión pagana donde ella, incorporando a “la Africana”, puede curar a la
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gente. En todo caso, existen varios tipos de religión que para muchos constituyen una explicación de las matanzas. Cabe observar que la generación de hoy no presta mucha atención a este tipo de religión pagana, como lo ilustra Simón, que no escucha el consejo de la Mai. Sin embargo, sí creen en “la religión del Frente” que se murió temprano y que luchó por los pibes. Después de haber explicado cómo evolucionó la figura del Frente, vamos a estudiar más detalladamente la medida en que la situación cambió después de su muerte y que persona era exactamente Víctor Vital.
3.2.7. La situación social durante la vida del Frente hasta su muerte.
No cabe duda de que Víctor “El Frente” Vital introdujo una forma de orden y de regularidad en las villas de la San Francisco, la 25 de Mayo y La Esperanza. Las villas forman parte de una zona “que de lejos parece un barrio y de cerca es puro pasillo” (13). No obstante, aunque parezca puro pasillo para el narrador, para el Frente y los habitantes es su mundo entero. Como dijimos, el Frente daba fiestas regalando a los pobres mientras que guardaba buenas relaciones con la mayoría de los habitantes en estas villas. La época en que el Frente andaba robando y tenía tanto éxito personal se sitúa entre sus trece y sus diecisiete años, cuando se murió. En su prólogo, Alarcón nos explica que las villas se fueron convirtiendo en un barrio puesto que se trazaron unas calles y que algunos ranchos “desaparecieron para dar lugar al cemento y al orden” (14). Hay que decir que esto no significa que la pobreza desaparezca. A pesar de estas modernificaciones, una porción de la vieja villa queda. Fue exactamente en esta parte vieja, más específicamente en la Calle Pinto, donde el Frente Vital fue asesinado. Precisamente porque el Frente introdujo orden, se lo llamaba “el monitor de la villa” (47). Además de tratar bien a los suyos y a los menos fortunados, trataba bien a las mujeres aunque era mujeriego. Este hecho subraya el carácter paradójico del Frente, o sea por un lado es el protector del barrio que recurre a la violencia mientras que por otro lado tiene una conducta más suave en cuanto a las mujeres. Demuestra que el Frente era un personaje muy contradictorio. Hay una chica que se destaca: Belén. Ella fue la única novia en serio del Frente, hasta que se embarazó. El hecho de que Víctor tuvo tantas pibas del barrio provocó “desde ternura hasta odio”, un hecho que se demuestra cuando las chicas se reúnen para hablar de él después de su muerte (60). Se ve que en muchos casos las nenas tienen celos. Víctor y Belén deciden abortar el bebé pero se quedan juntos hasta la muerte de Víctor. Cuando los suyos describen al Frente, siempre dicen que “tenía un humor negro a
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prueba de tiros. Nadie lo recuerda deprimido, triste ni malhumorado. No abandonó jamás el talante de gastador, de subrayador de defectos, refregador de conquistas. No perdonaba ni a los más amigos ni a la policía a la hora de dejarlos en ridículo” (62). Dicho de otro modo, era una persona muy consecuente, otra razón por la que provocó el respeto de los que frecuentaban su círculo. Cuando se trataba bien al Frente, éste le trataba bien a la gente aunque no hay que olvidar que era un criminal, que vendía droga, que se movía en malos ámbitos pero que gozaba de un respeto enorme. Es notable que en estas condiciones de vida, siempre es de buen humor y optimista. Este hecho subraya que, en estos barrios, muchos de los habitantes hacen lo que pueden con su vida y que intentan poner a mal tiempo buena cara. Ya hemos dicho que su madre Sabina había hecho todo para evitar que su hijo entrara en el mundo de la delicuencia pero que no lo conseguió. Por consiguiente, después de un rato, se rindió ante la presión de su entorno. Cabe observar que nunca aceptó por completo las acciones de su hijo, lo que muchas madres sí hacían: “Marga, como muchas madres de chicos ladrones, terminó aliándose a ellos, cansada de combatir contra los malos pasos de esos pibes desaforados, y harta de ver el maltrato policial que les esperaba cada vez que alguno perdía en su faena” (134). Aparte de su madre, su hermano Pato, quien trabajaba de doce horas en un supermercado, tampoco estaba de acuerdo con las decisiones de Víctor. Sin embargo, sí estaba orgulloso de lo que hacía con el dinero, una reacción “conflictiva” como nos explica Alarcón (49). Además de su familia, el Frente tuvo la suerte de recibir una buena “educación callejera” de Mauro, su antecesor y padrino en la criminalidad. Por contradictoria que pueda parecer recibir una buena educación en la criminalidad, es importante recalcarlo para entender la diferencia entre el Frente y la generación posterior de pibes chorros (cf.infra). Mauro nos explica por qué el Frente se merecía y podía guardar el respeto en las calles: “Lo que aprendí en la cárcel es que el delincuente tiene que tener una personalidad, chorro o drogadicto. Hay que cuidar el barrio, hay que andar bien con la gente, para que te abran la puerta si te viene a apretar la policía. Pero si estás bardeando en el barrio te van a cerrar la puerta en la cara” (141-142). Mauro a su vez aprendió esta dura lección por lo que él llama “la gente más grande” en la cárcel. Precisamente por haber sido encarcelado, “el padrino” tenía el derecho y la experiencia de educar a los pibes en cuanto a cómo comportarse en la calle, una conducta que ha sido bien adoptada por Víctor Vital que a su vez trataba bien a la gente de su barrio. Podemos concluir que hasta en la calle hay reglas de conducta. De hecho, cuando Mauro y el Frente se encuentran por primera vez, Víctor trata a Mauro de usted dado que “tratándolo de usted hasta que le dieren autorización de lo contrario” es el trato común para
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gente desconocida. En otras palabras, aunque no son convencionales las reglas, sí hay reglas para seguir en la calle. Hemos dicho que Víctor “El Frente” Vital introdujo algunas reglas de conducta que la mayoría de los pibes seguían sin cuestionar. Sin embargo, después de la muerte del Frente, todo esto cambió. En la parte siguiente, nos concentraremos en la situación después de la muerte del Frente y en qué medida ha cambiado la situación.
3.2.8. La situación después de la muerte del Frente
3.2.8.1. La jerarquía entre ladrones y vendedores de droga
Habla por sí mismo que sin la autoridad y el orden de nuestro ídolo adorado en las villas, muchas cosas cambiaron. De hecho, con el Frente muerto, muchos pibes querían tomar el poder. Sin embargo, ya cuando estaba vivo, existía una cierta jerarquización entre los pibes del conurbano norte. Uno de los personajes en que nos concentraremos, es Chaías. Este pibe, hijo de un poco respetado dealer de la zona, se “enorgullece de que él y el Frente tenían el mismo estilo” (46). Con “estilo”, no se refiere a su estilo de robar, sino a su apariencia física puesto que Chaías “un flaco casi raquítico, pelo carpincho siempre con gomina, cejas tupidas, labios gruesos, hablar lento, dieciocho años y padre de dos niños” intenta conservar “la personal estética con la que pretendía diferenciarse el Frente”(46). Alarcón nos describe muy meticulosamente la apariencia física de Chaías para que sepamos mejor cómo andaba vestido el Frente, o sea “lleva pantalones anchos, bien planchados, con una raya perfecta, una chomba Lacoste impecable, y zapatillas Nike, un modelo en color blanco que tuvo que tener dos días en remojo después del barrial del último baile” (46). Por esta razón a Chaías le dicen muchas veces que se parece al Frente. Sin embargo, nunca trabajaron juntos. Más adelante, nos enteramos del motivo por el que no se juntaron nunca a robar: es que ambos pibes tenían una manera diferente de “trabajar”, de proceder en su camino de robo. Alarcón nos explica que Chaías ya pertenece a otra clase de ladrón, “intermedio entre la generación de pibes chorros con cierto código como el Frente, Manuel o Javier, y la inmediatamente posterior, la de los ladrones menos preparados, menos cuidadosos, más débiles y vulnerables, aquéllos que salieron con desesperación y cada vez menos sangre a la calle durante los últimos tres años” (46-47). Aunque Chaías no es mucho más joven que los otros pibes en el grupo del Frente, se lo consideran como perteneciendo a otro grupo, menos elevado que el suyo propio. Sin embargo, es precisamente Chaías quien le cuenta al periodista Cristian Alarcón del mito del Frente, que subraya su gran admiración. En cada relato que
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cuentan los pibes después de la muerte de “la leyenda”, trasluce la nostalgia de tiempos pasados. Dicho de otro modo, a muchos de estos pibes que seguían el viejo orden del delito les da asco la situación actual en que crecen los niños, es decir “el bardo, el lunfardo el lío, la locura, el irrespeto, la traición, el robo a los vecinos, a los que no tienen” (47). Esto significa que mientras el Frente daba a los pobres, actuando como un “Robin Hood” y robando a los ricos, la nueva generación de chorros no tiene códigos y roba a los que no tienen nada para robar. Chaías nos explica cómo el Frente imponía y mantenía su poder en el barrio: “Cuando estaba él nadie bardeaba, ahora no existen y se las dan de guapos. Él era sólo mirarlos y: „¿ Qué onda ustedes?. O: „¡Rescátense! ¡Este es mi barrio!” (47). En otras palabras, el Frente hacía cumplir su poder, se hizo valer para mantener su buena reputación en la villa. Su madre subraya que “jamás vino alguien a decirme „mirá Sabina, tu hijo me faltó el respeto, tu hijo me hizo lío, le pegó a un hijo mío. Por nada ha venido una persona a quejarse, la que sí vino fue siempre la policía” (48). Una consecuencia del respeto de que gozaba el Frente, fue que su madre también estaba respetada en las villas, o sea “Sabina es importante como lo fue su hijo” (50). Después de la muerte de su hijo, para muchos pibes ella es todo lo que queda del Frente. Aunque existían otros tipos de pibes en la zona cuando todavía estaba vivo el Frente, la tasa incrementó considerablemente después del fallecimiento. En realidad podemos dividir los pibes chorros en varios subgrupos. En primer lugar, están las ratas o rastreros, “pibes que sacados por las pastillas roban en el mismo lugar en el que viven” (52). Chaías explica al narrador que estos chicos no tienen sentido moral, como es el caso con los Sapitos, una banda de ratas en la villa. Nos enteramos de que Chaías no está libre de andar por cualquier lado en las villas. El pibe nos informa que “cruzar algunas fronteras muy próximas y cotidianas podía significar la muerte” (51). Encima de esto, por el odio de su suegro, el Chano, que es el padrastro de su novia María32, no puede cruzar estas zonas. Hay que señalar las razones por las que Chaías no quiere entrar en la villa de su novia, aunque también es chorro como los Sapitos. No sólo por una colisión con esta banda que inspira miedo a los habitantes por ser despiadada, sino también porque “allá venden mucha droga, son transas y entre los chorros y los transas está todo mal. Vos tenés que meter caño para darle de comer a ellos. O sea: si querés tomar merca, ¿a quién le das la plata? A ellos” (53). Entonces, nos señala otros dos grupos que viven en pie de guerra: los chorros (a que pertenecía el Frente) y los transas o los dealers de la zona. Los chorros adictos no tienen otra opción que comprar droga con estos
32 A su vez la ex novia del Frente.
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transas debido a su adicción; o sea los adictos siempre se encuentran en una situación de debilidad. Es exactamente contra estos tipos de traidores o transas que el Frente reaccionaba. Para demostrar mejor que los tiempos han cambiado hacia peor después del fallecimiento de Víctor, daremos un ejemplo del tipo de maleducados contra los que luchaba el Frente durante su vida. El tipo por excelencia que podríamos examinar en este caso es el Tripa, una rata y transa de la villa. Era una persona sin moral, sin conciencia, y parte del clan de los Chanos, “un rosario de hermanos” que vendían cocaína en su propio kiosco. Además, “era de los que borracho y drogado se ponía a gritar en el medio de la villa que él era el transa más intocable de todos” (54). Efectivamente, gozaba de una protección con que siempre podía contar mientras que los Sapitos pertenecen a la generación anterior elevada sin este tipo de protección. Los transas son personas que disfrutan de un estado doble, por un lado son criminales pero por otro lado ayudan a la policía visto que “los transas son odiados no sólo porque son para los chorros la trampa a la que están condenados por la adicción, sino porque la inmensa mayoría cuenta con protección policial para funcionar en su negocio” (54). Durante su vida, el Tripa constituía la perfecta antítesis del Frente. Hasta que se llegó a un enfrentamiento entre los dos. Mientras que el Tripa “era capaz de ponerle un cuchillo en el cuello a un chico de trece años para sacarle la campera” y que no tenía ningún sentido moral, el Frente Vital “fue el único ladrón de la zona que lo enfrentó y le escupió el piso gritándole que era un buchón” (55). En una pelea entre ambos pibes, que se parecía a una escena del “Far West”, el Tripa termina gritando al Frente: “ ¡Tirá Gil!”, el 31 de diciembre y “los tiros se confundían con los petardos de la fiesta” (56). Alarcón insinúa que el Frente tiró y mató al Tripa o que, dicho de otro modo, ajustó cuentas con la inmoralidad. Este hecho subraya de nuevo que el ambiente que reina en estas villas es seguramente él de “survival of the fittest”33. Más adelante en el libro la Mai, la curandera, nos revela su visión y la de los habitantes en cuanto a los diferentes grupos de bandas después del Frente. Cuando Alarcón le pregunta cuál es exactamente la diferencia entre los pibes que roban y los que venden drogas, ella le responde: Si el transa no vendiera drogas, los chicos no se drogan y no roban. Porque el chico que tiene la mente limpia, ocupa la mente en otras cosas y ocupa las manos y no roba. Pero como la transa lo envenena, el chico se enloquece, roba y hace daño. No vas a escuchar a la madre de ningún ladrón que quiera a un transa. Mi hijo era buenísimo, y cuando empezó a drogarse, ahí cayó (152).
El narrador nos expone el asunto social para que entendamos mejor que, aunque parezca una sociedad sin reglas, no lo es. Incluso cuando hay muchas cosas que han cambiado después del
33 Herbert Spencer: Social Statistics (1851), el concepto ha sido elaborado por Darwin.
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6 de febrero de 1999, todavía existe gente que quiera preservar las antiguas morales predicadas por el Frente aunque el número está diminuyendo. Para ilustrar más que los tiempos van cambiando, cabe contar lo que le pasó a Sabina después del asesinato.
3.2.8.2. El relato de Brian: pibe de la misma villa del Frente.
Brian, una rata de dieciséis años y amigo de la banda de los Sapitos, decide robar a Sabina un día. Cuando Brian le apunta un revólver de caño largo a Sabina, ésta le explica que es la madre del Frente. El chico, con los “ojos expandidos de tanto aspirar pegamento y consumir pastillas de Rohipnol”, se dio cuenta después de mirarla dos veces (105). Finalmente, se da cuenta de lo que hizo y huye. De nuevo, nos encontramos con el gran problema de las villas, o sea las drogas, en este caso las “rochi” o el Rohipnol34 que se vuelve cada vez más popular entre los pibes. Chaías y el Tincho le explican al narrador qué efecto tiene exactamente esta droga, en cuanto a la cantidad de pastillas que toman “si te tomás una, te pega. Con dos, andá y piloteala, loco. A la tercera que te tomás ya no sos vos. Y cuando te quisiste acordar por ahí te mataste a piñas y te das cuenta al otro día” (105). Más adelante, Alarcón nos explica que Brian “lo conoció a Victor de lejos” (105). Esta frase demuestra que, aunque sólo han pasado tres años, los chicos no siguen las reglas de conducta establecidas en el tiempo del Frente y sus antecesores. Irónicamente, Brian sólo lo conoce porque era uno de los chicos que “se le acercaban a pedirle para yogur cuando el Frente iba al kiosco de Pupi” (105-106). El narrador se sumerge en la situación sin reglas de Brian que “puede haber olvidado muchos órdenes, todas las normas bajo el impero del Rohipnol, pero no lo que significa tocarle la madre al Frente” (106). Ilustra otra vez que las cosas van cambiando para peor. Por esta misma razón observamos que en el lugar en que fue asesinado el Frente Vital, vive ahora “un grupo de mujeres que protegen a los Sapitos, considerados rastreros e inmundos por el resto del barrio porque „empastillados no diferencian a su madre de una comadreja y porque roban sin distinción de clase, sin códigos, sin el orden que había cuando el Frente estaba allí y daba de los que más tienen a los que tienen menos” (114), una gran evolución desde el Frente. Además, parece muy irónico que, en el mismo lugar en que fue asesinado el Frente, viven hoy en día sus peores enemigos que representan la perfecta antítesis de nuestro ídolo. Sin embargo, cabe señalar que el chico Brian no difiere tanto del Frente. Precisamente porque ha cambiado la situación en los tres años sucesivos a la noche horrible en el rancho
34 “El Rohipnol es un farmáco antidepresivo en venta restringida que entró en las villas del conurbano en los comienzos de la década del noventa para no irse jamás” (105).
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que provocó la muerte del héroe de las villas, este pibe no ha tenido las mismas oportunidades de adoptar las buenas normas callejeras a gran diferencia de Víctor. Es un chico que creció en el mismo barrio del Frente aunque ha sido seducido por las drogas que han echado a pique sus oportunidades. Alarcón nos convence de este punto de vista, concluyendo que se “había tenido que salvar [...] al Brian, un ladrón como el que fue el Frente Vital en vida, un ladrón de esa misma edad, pero en un país que ya no era aquél de las grandezas” (115), demostrando que el estado actual de la villa no es el que ha sido. En todo el libro constatamos que el narrador subraya cada vez más esta nostalgia hacia tiempos mejores. No obstante, no omite que esos “tiempos mejores” también estaban llenos de violencia y situaciones duras o peligrosas. De hecho, Alarcón no nos oculta ningún elemento duro ni real para embellecer la situación o la realidad; citando a Roberto Sánchez (cf. infra) concluye que “Creo que en todo esto tuvo mucho que ver la desocupación, las malas companías, la falta de afecto, la miseria que existe en los barrios marginales y sobre todo algo que está destruyendo a una gran parte de nuestra sociedad que es la droga, que te destruye tanto mentalmente como físicamente” (121). Acabamos de señalar que la situación está cambiando para peor. Sin embargo, después de su muerte, el Frente podía contar con sus mejores amigos y admiradores. En la parte siguiente, hablaremos de los mejores amigos del Frente para ilustrar cómo Alarcón escribió su libro y cuáles eran sus fuentes.
3.2.9. Los amigos de Víctor.
Cabe observar que no podemos analizar este libro que gira entorno a la figura de Víctor Manuel “El Frente” Vital, ni su personalidad sin extendernos sobre sus amigos y su entorno. Ya hemos mencionado a algunos de sus amigos pero en esta parte nos concentraremos en aquellos que más influencia han ejercido sobre él. Alarcón no sólo nos cuenta la vida del Frente sino que también nos relata las historias personales de los amigos de Víctor. De esta manera, hace más coherente la trama. En la primera parte hemos mencionado a Mauro, un amigo del Frente que le inculcó los principios básicos de la calle y que no sólo le enseñó estos principios sino también las buenas costumbres callejeras. Sin embargo, Mauro no está sin pecados. Nos habla del Frente y cómo lo educaba pero mientras que le cuenta su historia a Alarcón, su mujer Nadia nos explica qué pasó en sus vidas. Ella nos informa de su salud: está infectado de HIV y encima de esto infectó a Nadia con el virus sin que ella lo supiera; un hecho que ella nunca le perdonó visto que “le arruinó la vida”(139). Rápidamente nos enteramos de que Nadia consideraba al
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Frente como si fuera su propio hijo. Mauro no sólo nos cuenta del encuentro con Víctor sino también del curso de su vida. Poco a poco, el lector se entera de los detalles en cuanto a la relación entre los dos hombres pero también de la relación entre Nadia y Mauro. A primera vista, parece ser información secundaria pero el narrador nos esboza la situación en detalle para mejor reflejar la realidad y la sociedad en que se encontraba el Frente. Es exactamente a través de sus amigos y sus historias como Alarcón da forma a la historia completa. Es como si el narrador nos dibujara un árbol genealógico con los amigos y familiares de Víctor “el Frente”. Por esta razón, nos habla de Sabina, la madre y su amiga Matilde, madre de los chicos Javier, Manuel y Simón Miranda o sea los mejores amigos de Víctor. Puesto que ambas madres se encuentran en semejantes circunstancias, es decir que tienen “pibes chorros”, se hacen buenas amigas que luchan juntas contra la criminalidad de sus hijos. Lo particular de Alarcón es que, integrándose en las villas como periodista, se vuelve cada vez más implicado con las personas. Esto se puede notar por la manera en que evoca las historias personales. De esta manera nos enteramos de que Nadia, la mujer de Mauro, está enfadada con su marido por haberle contagiado el HIV; que Matilde y Sabina tienen los mismos sentimientos hacia sus hijos, que a la mayoría de los habitantes de estas villas no les gusta la policía y que muchas personas tienen como ídolo a Víctor Manuel “El Frente” Vital. Alarcón describe muchos de estos relatos personales que esbozan el entorno del Frente. De hecho, es el caso de Simón, un chico con el que Alarcón como periodista se encuentra en un Instituto para delincuentes jóvenes (66); de Daniel, un chico quien después de recibir balas en el cuerpo, queda en el hospital y que se muere finalmente el jueves 20 de febrero (169) y de muchos otros pibes que siempre están atraídos por la criminalidad inspirados por las acciones “heróicas” del Frente. Encima de esto, es el caso de las historias personales de todas las chicas que rodean a la figura del Frente, la mayoría de ellas siendo ex-novias. Cabe observar que no sólo se trata de amigos de Víctor sino también de pibes chorros del barrio después del asesinato por la policía. El narrador siempre nos cuenta un mini-relato que tiene relevancia con respecto al Frente mientras que nos revela qué pasa o qué pasó exactamente con estas personas en su vida. Sin embargo, no siempre se trata de amigos y seguidores del Frente sino que también tenía algunos enemigos que finalmente le han llevado a su muerte. Es el tema de nuestro apartado siguiente.
3.2.10. Los enemigos del Frente y personajes que figuran en el libro.
A la hora de examinar el mito del Frente, no se puede negar que estuviera rodeado también por personas que le querían hacer mal. En realidad tuvo muchos enemigos de la calle,
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como el Tripa del que ya hablamos (cf. supra). Estos pibes no aceptaban la jerarquía impuesta por el Frente ni su manera de comportarse. Un acontecimiento que ilustra bien esta constatación, es un ataque a la casa de Víctor. Pasó que “el novio de una de las mujeres que cortejaba [El Frente] por esos días, después de un tiroteo menor en el que no alcanzaron a saldar el encono, había pasado en un auto por el frente de la casa disparando una ráfaga de 9 milímetros” (106). Lo qué consiguió el adversario de Víctor fue herir a Sabina, que recibió una bala en el pulmón. En este caso, resulta claro que se trata de una venganza puesto que el Frente tampoco era un santo y que el chico estaba enloquecido por la pasión. Hay que darse cuenta de que el Frente estaba amenazado constantemente por otros pibes de bandas rivales. No cabe duda de que hay otro enemigo en común de todas las bandas y de gran parte de los habitantes del conurbano: la policía. Aunque normalmente se reduce la distinción a criminalidad versus justicia, en este caso la división no es tan nítida. Alarcón nos muestra ambas caras sin juzgar. Para los pibes chorros, la policía constituye una amenaza con razón. Encontrar un policía es ir a parar a la cárcel. A pesar del riesgo, los pibes tienen la manía de desafiar a la fuerza policial. Hay otra razón por la que desafían a la policía, ya que quieren “desafiar a la autoridad en busca de cierta dignidad”, como fue el caso del pibe Simón (66). No obstante, es un juego muy peligroso visto que la policía no siempre reacciona de manera correcta. De hecho, mataron al Frente sin que él estuviera armado y además había sido delatado por un “mulo35”, ayudan a los transas para que traicionen a los pibes, etc. Alarcón nos explica que “el odio a la policía es quizás el más fuerte lazo de identidad entre los chicos dedicados al robo” (28), o dicho de otro modo, con un enemigo común la cohesión entre los pibes se vuelve más fuerte. Encima de esto, los habitantes no les tienen mucha confianza a los policías puesto que muchas veces no reaccionan de manera correcta. Por estas razones, muchos de ellos ayudan a los pibes para que no resulten matados36, como lo hizo Doña Inés Vera escondiendo a los tres pibes Víctor, Luis y Coqui; todo en vano. Como ya hemos subrayado (cf. supra), durante el juicio los policías responsables de la muerte del Frente mienten y ocultan la verdad. En consecuencia, entre los pibes circula el tatuaje en honor del Frente que significa “muerte a la yuta”, “muerte a la policía” (27). Cuando el pibe Simón, hijo de Matilde, es amenazado por la policía, no tiene la oportunidad de huir. Alarcón nos esboza una escena muy escandalosa que nos demuestra esa cara invertida de la “protección” por la fuerza policial. Es decir, Simón, aprehendido por la
35 Un vigilidor privado de la policía (23). 36 Aunque también existen personas que ayudan a la policía, se trata de “buchones”, los “malditos informantes de la policía” (123).
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policía, nos describe la situación en que se encontraba de manera aterradora: “ No veía nada, veía todo nublado, y me ahogaba con la sangre. Para colmo cuando ya me tenían en el piso uno me puso el fierro y me gatilló en la nuca” (85). Además de esto, los policías en cuestión se burlan de la víctima “ ¡ Yo sabía que iba a arrancar! – decía un policía, contento porque Simón había respondido apenas escuchó las balas y entonces había dado lugar a la ráfaga con la que atacaron. ¡ Yo sabía que iba a arrancar! – festejaba otro” (85). La violencia con la que tratan los policías al pibe herido indica un desdén y una falta de respeto por una vida humana puesto que “lo subieron a una camioneta” en vez de una ambulancia y le golpearon de manera tan fuerte que casi no seguía vivo. Para colmo, ante este chico que se estaba muriendo se burlan otra vez, amenazándolo “¡Ahora vamos a matarlo! Simón pensó que hasta ahí había llegado. Que por la golpiza, o ajusticiado en el medio de la nada, lo eliminarían. Hasta que escucho: ¡No! ¡Dejá que este puto se muere en el hospital! ¡ Este no vive más!” (85). Este tipo de situaciones no inspiran mucha fe en la fuerza policial del conurbano. Indican que la policía no tiene reglas tampoco. Detengámonos ahora en una parte del libro que es muy emocionante debido a la cantidad de pibes que se trata y que podemos relacioner con el odio a la policía. De hecho, cuando Pupi o Roberto Sánchez le cuenta la historia del Frente a Cristian Alarcón, aquél le muestra una lista con todos los pibes que fallecieron en las villas para demostrar el estado espantoso en que se encuentran estos chicos del conurbano norte. En esta lista podemos observar que “en estas pocas cuadras murieron más de veinte pibes desde que me acuerdo. [...] Fueron demasiados” (120). Esta lista completada con fotos, nombres, apodos y diarios demuestra la dura realidad, es “un pequeño homenaje que me gustaría rendirle a todos mis amigos que fallecieron bajo las balas de las metrallas de la policía. Algunos de ellos eligieron suicidarse, otros murieron por accidentes y otros en peleas callejeras” (121). La lista parece ser muy completa, perfeccionada con meticulosidad. Sánchez subraya que no todos los pibes andaban por mal camino, o sea que todavía hay chicos que escapan de la llamada de la calle. Los que no escapan a la llamada de la calle y encima usan las drogas muchas veces encuentran su perdición visto que “muchos de estos chicos que cayeron bajo las balas policiales se encontraban alcholizados o drogados” (121). Pupi atrae nuestra atención sobre lo que parecen ser acontecimientos muy remotos a primera vista, aunque puntualiza que para él también “parece el lejano oeste, pero esto pasó aquí en mi barrio, entre las décadas del ochenta y del noventa” (122). Cabe observar que los tiempos también han cambiando en cuanto a la policía. Marga nos cuenta que en su época “si la policía decía „esta es mi zona, ellos [los pibes chorros como
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la banda del Rififí] se iban a robar a otro lado y no pasaba nada” (126). Podríamos concluir que el peor enemigo del Frente era la policía que finalmente significó su muerte.
3.2.11. Conclusión de Cuando me muera quiero que me toquen cumbia.
En resumen, podemos decir que Cristian Alarcón nos ha mostrado un ejemplo fuerte del estado en que se encuentran los habitantes de las villas miseria. Debido a la situación de exclusión en que viven, reina la regla más importante o sea “survival of the fittest”. Por consiguiente, este tipo de sociedad excluida tiene sus propias particularidades y creencias como la superstición. Sin embargo, también nos dimos cuenta de que una sola figura, Víctor Manuel “El Frente” Vital introdujo una jerarquía y una regularidad en las villas del tercer cordón suburbano. Su asesinato por la policía tan odiada en el barrio provocó una reacción tan vehemente, especialmente porque durante su vida cuidaba bien a los habitantes y a sus prójimos. Por esta razón, para muchos, después de su muerte se transforma en una especie de cristo, quien como mártir murió por los pecados de los demás. El hecho de su muerte no sólo fue el catalizador en torno al cual se desarrolla la historia, sino también un parteaguas entre la sociedad antes de su muerte y después. En la sociedad que surge después del asesinato, constatamos efectivamente cambios considerables. Es decir, en vez de un chico chorro que daba a los pobres se encuentran actualmente transas o ratas que traicionan a los suyos, chicos que roban a los ancianos y a sus vecinos o pibes que están tan alcoholizados o drogados que ya no saben qué hacen. En este libro, Cristian Alarcón nos ha mostrado dos caras de esta sociedad excluida. Por un lado, nos demuestra que en la zona hay mucha violencia y que los pibes están dispuestos a luchar hasta la muerte solamente para defender su honor. Hemos observado también que las armas que utilizan estos adolescentes son verdaderas armas homicidias. Por otro lado, no es una sociedad sin reglas. Hay muchas personas que luchan contra la violencia, en muchos casos las propias madres de los pibes chorros. No obstante, no hay mucho que pueda hacer contra “la llamada de la calle” visto que las madres no pueden vigilar a sus hijos todo el día. Alarcón nos ha mostrado el particular ámbito de la sociedad aislada en que nació y murió el Frente. Cuando comparamos esta sociedad con la nuestra, tenemos que constatar que en nuestro caso los chicos pueden ser chicos porque son protegidos contra la violencia gracias al Estado y sus padres. Sin embargo, en la sociedad como la que encontramos en el libro, los chicos casi no tienen otra opción que entrar en la delincuencia debido a la presión del entorno.
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Cristían Alarcón nos ha ofrecido su visión de esta sociedad particular con sus costumbres propias manteniendo, en la medida de lo posible, su posición objetiva de periodista.
3.3. Villa Celina de Juan Diego Incardona: un análisis.
3.3.1. Juan Diego Incardona: una breve presentación.
En este parte de nuestra tesina, nos proponemos analizar el libro Villa Celina de Juan Diego Incardona. Nacido en 1971, Incardona es hijo de un tornero italiano y una maestra argentina. Estudió en un colegio industrial y más tarde obtuvo su diploma de Letras en la UBA. También fabrica objetos de metales como plata, alpaca o bronce vendiéndolos en plazas y bares porteños37. Aparte de Villa Celina, de 2008, ha publicado los libros El ataque (2007), Objetos maravillosos (2007) y relatos y antologías como No hay cuchillo sin rosas (2007). Además es director de la revista el interpretador y el blog días que se empujan en desorden. Pasemos ahora a una presentación de Villa Celina, novela que vamos a tratar más detalladamente.
3.3.2. Villa Celina como un lugar de nostalgía: una introducción.
En este apartado, intentaremos esbozar cómo Juan Diego Incardona ha concebido Villa Celina. Es importante determinar quién es el narrador de esta novela. Aunque Incardona cuenta su infancia, no ha escrito una biografía. Se trata más bien de una novela ficticia con elementos auténticos. Nos parece relevante destacar tres narradores. En primer lugar, se puede distinguir al narrador “Juan Diego” que es un personaje ficticio aunque representa al autor desde su infancia, hijo de inmigrantes, criado en Villa Celina. Encarna el espíritu nostálgico de Juan Diego Incardona, motivo por el cual este narrador tiene una visión romántica de su villa, hecho que a veces produce un efecto fantasmagórico (cf. infra). Además de esto, se trata aquí del narrador “mesurado” que ordena la historia. Este narrador tiene un lazo fuerte con un tema muy relevante en la novela, o sea la infancia de Juan Diego. De hecho, Incardona se esfuerza por dar una buena imagen de la villa en que creció. Aunque su villa no es perfecta, para Juan Diego sí lo es: “me eduqué junto a mis amigos, siempre bajo la protección de los piratas del asfalto y los pungas ambulantes” (73). De hecho, muchos de sus relatos que a veces se parecen más a anécdotas que a capítulos, sirven de trasfondo y esbozan de esta manera el cuadro en que vive Juan Diego.
37 Los datos provienen del prólogo a Villa Celina.
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En segundo lugar, hay un otro narrador “ricotero38” que ofrece otra cara de Incardona, es decir la cara del desorden, del caos que está reflejado a través de su manera de escribir (cf. El túnel de los nazis). Es el polo opuesto del narrador Juan Diego que procede de manera metódica. Mientras que éste sigue las reglas de redacción para componer un texto coherente, el narrador ricotero recurre a la oralidad, como veremos después (cf. infra). Sin embargo, a veces es ingenuo, lo que se manifiesta en una visión demasiado simplista. Podemos decir que estos primeros dos narradores difieren mucho. En tercer lugar, podemos destacar al narrador “Incardona” que parece escribirnos su historia desde su escritorio, mirando las historias pasadas con ojos nostálgicos. Cabe decir que este narrador muchas veces se sirve del primer narrador para describir su infancia y para demostrar su punto de vista. En nuestro análisis de Villa Celina, nos detendremos con mayor profundidad en esta problemática.
3.3.2.1.Villa Celina situada en el espacio.
En el prólogo, el escritor nos introduce a la Villa Celina, barrio que “se encuentra en el sudoeste del Conurbano Bonaerense, en el partido de La Matanza (13)”. Incardona ubica su villa diciendo que está “aislada entre las avenidas General Paz y Riccheri”. En este prólogo, subraya que este barrio tiene el espíritu pueblerino y un “aspecto fantasmagórico” que va a tener un fuerte impacto en su manera de describir la situación (cf. infra). Es importante señalar aquí que este barrio todavía tiene remanentes del peronismo, como veremos después (cf. infra). El nombre “Villa Celina” proviene de la Doña Celina Madero que tenía en su posesión gran parte de la tierra que cubre hoy esta villa. En nuestro análisis, veremos que el autor introduce algunos temas importantes. De hecho, habla de las inmigraciones en el siglo XX cuando la Villa Celina ha sido poblada por “españoles e inmigrantes del sur de Italia”, como los padres del propio Incardona. Esos inmigrantes se adaptan rápidamente a la villa, construyendo las primeras casitas, que Incardona describe como “edificaciones generalmente bajas, con fachadas provistas de una puerta y dos ventanas, una en la pared exterior sobre la vereda, otra dentro del habitual porche (13). Las edificaciones serán reemplazadas a su vez por los “monoblocks de la zona periféricas”. Aparte de las olas de inmigración ya mencionados, el barrio se ve confrontado con una inmigración boliviana que tiene por resultado que una pequeña parte de Celina será “tierra boliviana”. Se trata de la “Pequeña
38 Raia (2008): Villa Celina también es Buenos Aires. En este caso “ricotero” significa desordenado, caótico, sin reglas.
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Cochabamba”. Descubrimos también que la villa está influida por la industrialización creciente, y que se encuentra cada vez más separada del resto de la ciudad (véase infra). Pasemos sin más preámbulo al análisis del libro.
3.3.3. Análisis del libro: las contradicciones que forman la Villa Celina.
El libro está compuesto de veinte capítulos que forman un conjunto mientras que cada capítulo a su vez constituye una mini-novela. Intentaremos dar un resumen de sus temas principales, teniendo en cuenta la importancia de las villas miseria en este libro.
3.3.3.1.Superstición versus realidad.
Cuando hablamos de Villa Celina, no podemos negar las contradicciones que la forman. Una primer contradicción que hemos observado varias veces en el libro, es la de superstición frente a realidad. Un ejemplo de este contraste aparece ya en el primer capítulo, La culebrilla. En este capítulo el protagonista, que representa al narrador Juan Diego Incardona, sufre de “una especie de sarpullido en la panza que se veía horrible” (19). En vez de llevar el hijo al médico, la madre de Juan Diego, que se llama Celina como la villa, decide llevarlo a la Chola que es curandera. Este relato demuestra que la gente de las villas miseria es muy supersticiosa (cf. Cuando me muera quiero que me toquen cumbia) y que cree en falsos profetas: “También lo curó a mi tío Salvador, una vez que lo ojearon” (20). Es importante mencionar que Celina se deja aconsejar por la Porota, una mujer igualmente supersticiosa quien acuerda a cada cosa extraña un significado supernatural. Hay que señalar que en este relato, la superstición se combina con el misticismo. De hecho, para llegar a la casa de la Chola, tienen que emprender un viaje “peligroso” que se parece más a una especie de epopeya tal como la conocemos de la Edad Media. Para encontrar esta curandera tienen que pasar por las Achiras, un espacio misterioso: “Andá de día porque es peligroso. Pasando las Achiras, por atrás del Mercado Central, hay otra villa. Está cerca del riacho que pasa por Don Bosco [...] Tenés que bordear las Achiras y seguir para el lado del Riachuelo hasta que la encuentres” (21-22). Cuando la madre de Juan pregunta cómo se llama la villa en la que vive la Chola, le contestan que no tiene nombre, hecho que suscita aún más la imagen de la villa envuelta en misterio. Finalmente, cuando emprenden el viaje, forman una comitiva de cinco personas: Juan Diego, su madre Celina, su padre, Rosa que acompaña a Celina porque ésa “no podía caminar tanto,
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y era importante que fuera una mujer” y el tío Salvador “el hermano de Juan, mi viejo, por las dudas” (22). Cabe señalar que no sólo creen en un tipo de religión pagana sino que también son buenos cristianos, hecho un poco contradictorio. De ahí que no sea extraño encontrar frases como: “Celina me dio un rosario y dijo que lo guardara en el bolsillo”(22) y refiriéndose al cumpleaños del protagonista: “Entonces tenés suerte, porque ese es el día de San Pantaleón, el patrono de los enfermos” (21). El nombre mismo Juan Diego tiene sus raíces católicas “Igual que el indiecito de la Virgen de Guadalupe” (20). Parece que tienen una fe inconmovible en un tipo de religión híbrida puesto que la Virgen de Guadalupe es negra. En este caso, podemos hablar de un “cristianismo mestizado”, o sea el cristianismo mezclado con elementos paganos. Para enfatizar aún más el peligro inquietante, el narrador evoca una escena de pájaros negros que volaban haciendo círculos sobre un precipicio, “como en las películas” (24). De hecho, parece película o dicho de otra manera, parece irreal la situación. Durante todo el viaje, los personajes se ven enfrentados con todo tipo de signos amenazantes: pájaros negros, un precipicio, zonas despobladas y abandonadas, un perro negro, etc. Cabe señalar que en este viaje que parece epopeya, los personajes igualmente encuentran muchos problemas o peligros reales. Por esta razón, este viaje es muy significativo. Un ejemplo de estos peligros reales es la violencia amenazante que siempre está presente. En este capítulo, se manifiesta cuando los compañeros de viaje encuentran un Renault 12 abandonado en el camino con tres AAA39 escritas en el capó con pintura negra. Cuando Juan Diego pregunta a su padre lo que significa esto, éste le contesta: “Nada, vamos”(26), enojándose cuando Juan Diego pasa su mano por el auto. Un poco más lejos ven un montón de autos abandonados y quemados. Volveremos más adelante sobre la temática de violencia. Finalmente, después de este calvario llegan a la villa: “Era un lugar compacto, las casitas todas pegadas, cerca de una vía. No entendía por qué estaban tan juntas ya que alrededor había bastante espacio. Vista desde ahí parecía tener la forma de un dibujo. Me hacía acordar a una de las manchas de humedad que tenía en el techo de la pieza y que siempre miraba antes de dormirme”(28). El narrador la describe como “un dibujo”, un objeto maravilloso, una imagen irreal. Sin embargo, al mismo tiempo establece un paralelo entre esta villa y la casa en la villa de Juan Diego. Dicho de otro modo, el aspecto irreal se enfrenta de nuevo con la realidad. Al final, llegados a la casa de la Chola, ésta cura a la víctima aunque también en circunstancias un poco misteriosas puesto que Juan Diego no recuerda bien qué
39 AAA = Alianza Anticomunista Argentina: una agrupación política que actuó contra elementos izquierdistas.
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pasó (“Acá se me hizo una laguna”) (30). Sin embargo, aunque la culebrilla se fue muriendo “por un milagro”, la amenaza sigue siendo activa para el narrador: “aunque pasan los años me agarra miedo, un miedo que en esa época no tenía, o que tenía pero no me daba cuenta, y entonces me empiezo a revisar la panza obsesivamente para ver si encuentro algo” (31).
Hemos visto que la superstición aparece claramente en La Culebrilla. Podemos constatar que este tema igualmente está presente en otros dos capítulos, o sea El Hombre Gato y Walter y el perro Dos Narices40. En la historia del “Hombre Gato”, el protagonista ya es un adulto de veintiséis años que volviéndo a su casa a partir de la casa de sus padres, decide ir por la ruta Agustín de Elía. Aunque sus padres le habían aconsejado tomar otra ruta, Juan Diego no les hace caso. De otro tren salen tres conocidos, respectivamente los hermanos Salomón, Nestor y Petete. Éstos le cuentan a Diego que había “un revuelo bárbaro” en el fondo de la Celina y “que habían visto al Hombre Gato por Urquiza y Achiras41”(38). Este acontecimiento le recuerda a Diego una historia que le pasó cuando era chiquito, cuando “el Hombre Gato vino a rondar y saltar techos en las cuadras cercanas a mi casa” (39). Aunque esta historia se parece a una historia para niños, se puede deducir de las acciones de la madre de Juan que le llama desde la puerta para entrar, que los adultos también tienen miedo de acuerdo con las creencias supersticiosas. Una vez entrados en la casa, oyen “gritos desesperados” que llegan de la calle (39). Cuando su padre sale de la casa para ver qué pasa, parece que un amigo de Juan Diego, Adrián Navarro “el cabezón”, estaba parado en una esquina cuando vio un hombre salir de la calle. De la manera en que el narrador describe al “Hombre Gato”, ya podemos deducir que la superstición prevalece sobre el pensar lógico: “Dijo haber visto a un hombre muy alto, todo vestido de negro, saltando por los techos de la casa de Gaby. Dijo que tenía ojos rojos.” “–Ojos Rojos” (39). La repetición de “ojos rojos” indica que este hecho impresionó considerablemente al protagonista . Puesto que en las villas, la gente se ubica en un espacio muy aislado y que está muy amazacotada, no es extraño que corren todo tipo de rumores sobre el origen del Hombre Gato: “Se decía que venía de Brasil, que era de la secta Moon, que era capaz de dar saltos de cuatro metros, que sus ojos te paralizaban” (40). Hay que notar que aunque la gente le tiene miedo, para Juan Diego parece ser un superhéroe. Sin embargo, nunca consiguen captar al Hombre. Muchos años después, cuando el protagonista ya tiene unos veintiséis años, aparece de nuevo en las noticias: “el hombre gato resiste en la copa de un árbol” (42). En otras palabras, el mito
40 Se trata de los capítulos 2 y 20. 41 Obsérvense que “las Achiras” aparece de nuevo en contexto de peligro.
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continúa. Sin embargo, como es el caso en la historia de la culebrilla, aquí también se entremezclan elementos reales con elementos ficticios. Es decir, aunque supersticiosa, la gente reacciona de manera vehemente hacia este hombre irreal. Cuando llega la policía, el narrador describe este aparato de modo negativo: “Pronto llegó la policía: hombres mal uniformados que seguro venían del destacamento de la bajada, ya que eran conocidos por la gente, que, a esta altura de los acontecimientos, había copado las cuatro esquinas de Ugarte y Giribone”(39). De nuevo se utiliza la fuerza policial para combatir un fantasma, una superstición popular. Además de esto, podemos trazar un parelelo con el capítulo de Walter y el perro Dos Narices. En este capítulo, el narrador habla de un bicicleteada dedicada al “Perro Dos Narices”, un perro callejero muy querido por la gente del “Sudoeste”. Como lo dice el nombre del perro, tenía dos narices “pegadas una al lado de la otra, aunque la derecha era un poquito más grande que la izquierda” (190). Provenía de Lanús Oeste donde algunos “juraban haber visto gatos de tres patas, ratones gigantes, eucaliptus y pinos tamaño bonsai y hasta un perro azul” debido a la contaminación de unos potreros. Aquí constatamos de nuevo que se entremezcla por un lado el hecho de que exista un perro real con dos narices y por otro lado la invención de otros seres bestiales o seres humanos que nacen “con deformaciones y características insólitas” (190). El aspecto de irrealidad y fantasía está reforzado aún más al ser enfocado por los ojos del niño Juan Diego: “Me sentía Alicia en el País de las Maravillas”(190). No obstante, aunque para el protagonista parece ser un sueño o una maravilla, no se puede negar que, pasando por la Puente la Noria, hay olor a podrido suscitado por la contaminación. Cabe observar que Incardona no oculta este elemento menos bello de la realidad, sino lo opone al sueño del muchacho. La imaginación infantil contamina también la visión objetiva de los hechos: “Dos Narices se paró en dos patas y empezó a hacer piruetas. Le salían perfectas, como si fuera un perro de circo” (191). Desde su visita a los potreros, el perro se vuelve muy amigo de los chicos, especialmente de Walter. Walter era un chico muy listo y serio que divertía a los otros con su manera refinada de hablar. Por esta razón lo llamaban “El Niño Serio”. Cuando el perro desaparece, el chico se enferma. No es irreal aquí la apariencia física sino el mito atribuído al perro. Notamos que el narrador está bien enterado de que en estos barrios un hecho se transforma fácilmente en mito puesto que da la explicación siguiente: “Eso pasa porque estos lugares no tienen centros de diversión que no sean las propias esquinas donde uno pasa horas y horas charlando con sus amigas de cualquier cosa, imaginando por necesidad algo más que las calles vacías y las clases comunes” (194). Es decir, en este caso se trata de
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una forma de escapar a la realidad aburrida y a veces cruel, imaginándose otra realidad. De esta manera, Incardona ya evoca el ámbito de las villas miseria. Como en el primer capítulo de la historia (cf. la Culebrilla), la Porota le acuerda un valor mágico al perro: “Poco tiempo después nos enteramos de que la Porota andaba diciendo que era un perro milagroso, que le había pedido no sé qué cosa y que se le cumplió” (195). Poco después, el Niño Serio se pone a entrenar para la bicicleteada con una bicicleta tan chica que no tenía oportunidad de ganar. Sin embargo, se esperaba otra vez un milagro porque el chico hizo una promesa al perro desaparecido (196). Cuando Walter no aparece entre los triunfadores, el narrador dice irónicamente: “Hay que ser realista: su bicicleta era demasiado chica” (198). En este momento, cuando finalmente el protagonista se da cuenta de que no existen milagros, aparece Walter con una escultura de madera hecha conforme con la imagen del perro: “Entonces Porota empezó a saltar y a gritar como loca: ¡Milagro! ¡Es un milagro! ¡Dos Narices está llorando! [...] Todos miraron hacia la escultura de madera. Parecía que algo oscuro le caía de los ojos” (198). Parece que el aspecto fantasmagórico prevalece otra vez sobre la realidad. El aspecto fantasmagórico reaparece en el capítulo 12, El Canon de Pachelbel o La chinela de Don Juan, del que hablaremos más adelante . La superstición se destaca también en Víctor San La Muerte42, como lo dice el narrador mismo: “Es que como la mayoría de los habitantes del sudoeste, también los trabajadores municipales eran gente supersticiosa”(161). “Víctor San La Muerte”, tiene el trabajo de recolectar los animales muertos de la calle, trabajo que inspiraba miedo a la gente. Al final de la historia, pasa un “milagro” cuando “El Viejo”, el perro blanco callejero conocido por todos los pibes, queda vivo después de ser declarado muerto. Es irónicamente Víctor quien al final declara vivo al perro . A veces el aspecto fantasmagórico se muestra bajo otra forma. En Los rabiosos, no se trata de una epopeya, o de un animal real sino de un “animal plástico” que es símbolo del miedo de la gente: “Cada minuto renovaba el miedo y lo hacía crecer, como ahora crece Villa Celina mientras oigo y veo estas cosas de antes. Se levanta como un monstruo y devora la casa de mis padres. Viene a la noche y embiste contra las puertas. Crece y después se achica. Es un animal plástico” (136). En la parte siguiente, relacionaremos el tema de la superstición con otro: la oposición entre civilización y barbarie.
3.3.3.2. Las villas miseria versus la ciudad: lo rural frente a lo urbano.
42 Capítulo 17.
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Es importante subrayar aquí que estos tipos de supersticiones también corresponden a otra contradicción, es decir lo rural frente a lo urbano, oposición que encontramos frecuentemente en esta novela. Reati (2010: 16) la define de la manera siguiente: “Atravesar terrenos baldíos y zonas despobladas implica incursionar por espacios inciertos donde lo rural y lo urbano se superponen”. Ya hemos dicho que estas zonas pueden ser vistas también como signo amenazante (cf. supra): “Era rarísimo: una calle en medio de la nada, rodeada de cañaverales” (25). Puesto que podemos hacer la distinción entre lo rural y lo urbano, también podemos establecer el paralelo con la oposición entre civilización y barbarie, como hemos mencionado en la introducción (cf. supra). De hecho, en La Culebrilla observamos que en cierto momento, los protagonistas están confrontados con una red vial abandonada y construida durante la presidencia de Perón: “Iba a unir varios barrios que estaban planificados para esta zona y que estarían divididos en circunscripciones y en secciones, igual que Ciudad Evita” (25). F. Reati (2010: 17) advierte que “para Villa Celina el peronismo de los 40 representa la civilización mientras que el supuesto ingreso de Argentina al Primer Mundo bajo el modelo neoliberal de los 90 se traduce en barbarie”, que es el perfecto contrario de la dicotomía sarmientina43 (Reati 2010: 17). Dicho de otro modo, los habitantes de la Villa Celina tienen otra idea de lo que es “civilización” frente a la “barbarie”. De ahí que Villa Celina represente una mezcla entre la modernidad de la ciudad y el atraso. Esta dicotomía aparece también en otros capítulos, como en Los Reyes Magos peronistas. En este capítulo, el protagonista Juan Diego, Fabián Cabrera y el “uruguayo” se disfrazan de Reyes Magos, distribuyendo regalos a los niños pobres. La generosidad demostrada por estos “Reyes Magos”, es un acto que generalmente es signo de civilización, de un pueblo educado. No obstante, de las palabras del narrador podemos concluir que hay muchos niños pobres que esperan recibir un regalito, signo que la pobreza sigue muy elevada en esta villa: “Adelante se veían grupos en cada esquina, esperando a que pasáramos. Álvarez, Blanco Encalada, Coronel Domínguez, Mariquita Thompson, Giribone, Caaguazú, avenida Olavarría. Allí, en la vereda de la Parroquia, había un montón de pibes, [...]” (46). También aparece la “barbarie” cuando el camión de la Municipalidad para transportar la gente no arranca, lo único que puede ayudar es un carro tirado por caballos: “dos viejos carros, tirados uno por el Bambino, un caballo de crines rubias, y el otro por un mano de perro bastante mañoso”(48). Esto significa que los medios de la civilización no alcanzan y se tiene que volver a la “barbarie”, como en los tiempos primitivos. Como acabamos de decir, para la
43 Domingo Faustino Sarmiento(1845): Facundo o Civilización y Barbarie.
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gente de la Villa Celina, el peronismo sigue el ejemplo a seguir por excelencia, hecho que encontramos hasta en los niños: “Looos muuchachós peroniiistas tooodos uniiidos triunfareeemos, yyy como sieeempre dareeemos un grito de corazón ¡Viva Peróoon! ¡Viva Peróoon!...” (48). Un ejemplo de barbarie por excelencia, es la presencia de violencia en el libro.
3.3.3.2.1. La barbarie bajo forma de violencia.
En esta parte, trataremos un tema igualmente presente en la obra de Incardona, a saber la violencia. También veremos que en esta temática encontraremos contradicciones importantes. Aunque Villa Celina es en gran parte un dibujo de la juventud de Juan Diego Incardona, llena de nostalgia, buenos recuerdos y alegría; es también la historia de la realidad cotidiana de esta villa (cf. supra). Esto quiere decir que Incardona no ha tenido la intención de ocultar elementos reales y a veces violentos para embellecer la trama. En la parte siguiente, nos concentraremos en estos capítulos que hacen referencia a los elementos menos bellos de la realidad. Por consiguiente, en muchos casos se tratará de escenas violentas. Comencemos por un capítulo muy significativo e influyente, El 80. Antes de analizarlo, hay que explicar qué significa exactamente el término “El 80”. El narrador lo explica de la manera siguiente: “Todos sabíamos de qué se trataba. Los coches de la línea 80, que tiene la terminal en Sarmiento, siempre fueren usados por la Yuta de Recondo para las razias” (125). En esta parte, Incardona hace uso del segundo narrador más subjetivo, como ya hemos explicado en la primera parte (cf. supra), hecho que nos parece claro cuando el narrador se dirige directamente al lector, “pero a nosotros nos persiguen, sí señor, nos persiguen” (124) , mientras que el protagonista/Incardona tiene un estilo muy diferente. Desde el comienzo de la historia, el lector se entera de que Incardona o la segunda voz de Incardona no está de acuerdo con los que dicen que su Villa Celina no es más que un lugar donde reina la criminalidad: “la gilada siempre habla porque le gusta la sanata y nunca falta un poligriyo que repite el chamuyo en el diario, en la radio, en la tevé, que Celina está lleno de hampones, que los taxistas no te llevan, que el raterío te caretea en cada esquina, [...] (123). Además de esto, lanza un fuerte ataque a la policía que “te ponen cartel de chorro y te quieren tirar fuerte abajo”. Este narrador no en absoluto objetivo, de todo lo que escribe podemos concluir que tiene un fuerte orgullo de su villa: “Celina es tierra de toda mi vida y que ahí crecí con los guachos y los mosquitos” completado por “este es el paraíso, Villa Celina, el barrio más flashero” (123-124).
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El segundo narrador parece simbolizar “la voz del pibe”, la cara de la infancia o el aspecto melancólico del autor. La trama gira en torno a los protagonistas Gusano, Luis, Cocorocó, Los Escobitas y el narrador que “jugaban a la nada con los ravioles y los porros” (124). Señalamos aquí que el narrador dice todo en un tono ligero, como no si fuera nada jugar con los ravioles. Es un hecho que subraya la ingenuidad del segundo narrador y su visión simplista. Después de un rato, por el ruido que hacen los chicos tocando la guitarra, atraen a otros pibes como Edu y Ricky hasta que se produzca una fiestita callejera. Sin embargo, en medio de esbozar esta escena callejera, el narrador se dirige hacia el lector para decirle que van a desafiar a la policía: “nos querían barrer, nos querían correr, así que apareció la lancha con los cascos azules y nos relojearon y uno dijo pórtense bien, porque si no ya saben, y cómo no, señor oficial, vaya tranquilo, le respondió Gusano, [...]” (124). De esta manera podemos remarcar un fuerte contraste entre lo que dice el narrador y sus actos. En otras palabras, aunque el narrador dice al inicio que la policía los visa y los lastima, los pibes hacen todo para desafiar a los policías. Es un juego atrevido y recíproco, un hecho enfatizado por el narrador: “En el transcurso de mi vida presencié más de un acto de audacia: Tato Cogorno bancando solo al Maristas contra Lugano 1 y 2, Chorza y el Rosarino tocando la viola en el techo de un tren a toda velocidad, Javi nadando en el Riachuelo, [...] (125). El narrador subraya de nuevo la situación particular del “nuestro pueblito olvidado del sudoeste” que constituye Villa Celina, barrio excluído y aislado del resto de la ciudad. En cierto momento, en este microcosmos donde los pibes están reunidos bailando y jugando música aprovechando una noche perfecta repleta de estrellas, la situación de tranquilidad cambia de repente cuando un pibe se pone a gritar desesperadamente: “¡El 80! ¡El 80!” (125). Lo que sigue es una razia amenazante: “Esta vez traían dos, escoltados por lanchas, patrulleros y motos. Se pudrió, todos contra la pared” (125). No obstante, aunque la Yuta de Recondo los tiene contra la pared, aparece de nuevo esta audacia juvenil de los pibes, cuando Gusano hace lo que parece ser “de película” (126), término que también refiere a la tendencia del narrador a introducir elementos irreales. Aunque parece una situación seria, Incardona de nuevo hace traslucir su visión humorística. De hecho, Gusano empujado contra esta pared, se da vuelta mirando el policía a la cara. De repente, comienza a decir que el policía en cuestión se le tocó el culo a Gusano que a su vez comienza a decirle “mariposón”, “lo empuja y sale rajando” (126). Milagrosamente, Gusando logra escapar mientras que a los otros pibes que no pueden parar de reír los tratan con violencia: “A mí me dieron un roscaso que me abrió la cabeza y al otro día, cuando nos soltaron, tuvieron que darme tres puntos” mientras que “a Zamora le bajaron un diente, Nando se desmayó” y que “Ricky tenía la cara llena de sangre”
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(126). Sin embargo, estalla la fiesta en las calles, terminando el capítulo con unos versos muy irónicos: Debajo de las estrellas los pibes de Celina Cantan, bailan, toman vitaminas Libres, felices en las ruinas Aunque venga el 80 Aunque venga el 80 (126).
La violencia aparece como tema en otros dos capítulos, o sea Los rabiosos y Bichitos Colorados44. Con “Bichitos Colorados”, se refiere a un “equipo mítico de los torneos infantiles de la Matanza” (87). Contando el relato, el narrador nos habla de una pelea entre los pibes del barrio. Lo que parece ser una simple pelea al inicio, se transforma rápidamente en un combate con cuchillo y con cadenas. De ahí que se pueda concluir que una disputa en Villa Celina se transforma rápidamente en una situación peligrosa. No obstante, como es la costumbre de Incardona, la historia termina en tono ligero, cuando el equipo de Juan Diego se vuelve campeón. En “los rabiosos”, el relato sigue el mismo camino aunque la realidad se muestra más cruda. El relata comienza con la historia de Lombriz, un chico con causas penales por “robo a mano armada y tráfico de drogas” (132). Lo que es importante en este capítulo es el trasfondo. A saber, el narrador, aunque parece información secundaria, nos cuenta la historia del hijo de padre italiano del sur que “habrá venido en la misma época que mis abuelos, después de la Segunda Guerra Mundial”. Esbozando el telón de fondo, el narrador nos describe la situación socio-política. Dicho de otro modo, a través de detalles en el texto, nos relata las inmigraciones en su país, en su villa. Nos enteramos de la muerte de Lombriz, chico que fue matado de manera muy violenta en el túnel chico de Villa Lugano. No se sabe quién de la policía tiene jurisdicción en este lugar peligroso donde reina la criminalidad, “esto es tierra de nadie” (136). Sin embargo, en vez de llamar a la policía, los pibes deciden vengarlo. En otras palabras, deciden responder a la violencia con la violencia, hasta usar la palabra “guerra” para la venganza (136). Además, se organiza la pelea “el sábado a la noche” (136). Mientras que el miedo a la pelea crece (cf. supra fantasma), podemos observar otra contradicción. Por un lado, los chicos están listos para pelear hasta la muerte pero por otro lado, asisten a una misa católica, expresión del ideal católico. Además, para los chicos tiene otro significado: la pelea será bendecida por el cura. Dicho de otro modo, asistir a la misa es garantizar la victoria. Encima de esto, el cura apoya a los pibes con sus palabras: “Como la aurora se extiende sobre las montañas, avanza un pueblo numeroso y fuerte como no hubo
44 Se trata de los capítulos 14 y 8.
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jamás, ni lo habrá después de él, hasta en las generaciones más lejanas. Delante de él, el fuego devora, detrás de él, la llama consume”(137). Sin embargo, cuando finalmente la pelea empieza, el autor logra terminar de manera irónica y humorística. O sea, mientras que los pibes luchaban, los perros callejeros “empezaron a atacar a la gente” (139) excitados por el ruido de la pelea. Mientras que el narrador compara la escena con la obra de Dante, nosotros podemos observar que esta escena tiene motivos apocalípticos. No obstante, un capítulo muy importante para el protagonista es La guerra45, en que está confrontado con su “primer muerto”(101), acontecimiento muy traumático para el hijo. En este caso, Incardona no nos da un fin irónico o un tono de humor puesto que se trata de un suceso muy serio, quizás el más serio del libro. Cabe sostener, por tanto, que este capítulo constituye una excepción. De lo que acabamos de decir, se desprende que la violencia como signo de barbarie está muy presente en la obra de Incardona. Sin embargo, casi siempre se la suaviza utilizando el humor o la ironía para no ir en menoscabo de la nostalgia del libro. En la parte siguiente, intentaremos demostrar que en Villa Celina no sólo reina la barbarie sino que también hay civilización.
3.3.3.2.2. Barbarie vs. civilización: la violencia frente al respeto.
En la parte anterior, hemos hablado de los actos de violencia en la obra de Incardona. Sin embargo, no podemos concluir que solamente reina la violencia en Villa Celina. Todo lo contrario, también constatamos un gran respeto de los pibes hacia ciertas personas. De hecho, en el capítulo 15, Pity, se cuenta la historia de este chico rebelde y con un pasado criminal. Este chico tan fuerte y tan duro se vuelve cordero cuando muere su abuela, hecho que demuestra su respeto hacia ella y el impacto de su muerte. En Luzbelito y las sirenas46, observamos el mismo respeto. En este caso, el narrador ricotero lleva tristeza de amor y se emborracha. Por estar borracho, se mete en “la villalba por atrás de los monoblocks de Madero”. Rápidamente, se ve confrontado con “tres guachos malsanos con los ojos clavados” (153). Mientras que los pibes le quieren robar la guitarra, el protagonista comienza a cantar hasta que los cuatro pasan la noche cantando juntos. Al despertar, Juan Diego se entera de que no se ha robado “la viola” y que parece que “esos pibes tenían códigos”. Entonces, hemos encontrado otra forma de respeto, a saber el respeto de los pibes entre sí.
45 Capítulo 10. 46 Capítulo 16.
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Notamos otra forma de respeto en El hijo de la maestra, capítulo que comentaremos más adelante (cf. infra). En este caso, hay que darse cuenta de que la maestra goza de un respeto enorme gracias a su función en la escuela y a su bondad hacia la gente.
3.3.4. Las diferentes caras del narrador.
Cuando analizamos el tema de la violencia en El 80, hemos visto que las diferentes caras del narrador se muestran claramente. En el capítulo 5, El túnel de los nazis, al que dedicaremos especial atención, también es el caso. En ese capítulo, el segundo narrador marca el tono otra vez. Como hemos dicho en nuestra introducción a “Villa Celina”, lo que se nota en el discurso de este narrador ricotero, es la oralidad. De hecho, en “el túnel” podemos encontrar frases como “Bajé la escalera cantando tum tum tum una vez le hice el amor a un drácula con tacones y los escalones uno dos uno dos hasta que metí de lleno en el sótano de la Matanza, [...], atrás de la zanja grande que va a la Villa Lucero, tana tana tana tatá, etc.” (61). Cabe decir que “el túnel de los nazis” forma parte de una red de túneles debajo de la ciudad . El túnel del que se habla aquí es el más famoso, que se sitúa en la General Paz (131). En este capítulo la trama se desarrolla, como estamos acostombrados del segundo autor, de modo caótico. De hecho, el narrador juega con sus palabras “endófito, y epicarpo, epicono, epicótilo” (62), saltando de un lado a otro, dirigiéndose al lector: “ven, ven” (62) y escribiendo todo en un texto por entregas. Además de esto, en el el texto nos confunde a los lectores utilizando términos contradictorios: “seguí con la música y con los ojos ciegos bien abiertos” (63). La trama se puede comparar con una pesadilla puesto que las palabras aparecen tan caóticas que se parece a un sueño mal organizado llena de cosas horribles, un “sueño fúnebre”(63) como lo nombra el narrador mismo. En este “sueño” aparece la violencia, aunque también en forma un poco particular: “ven, ven a mi casa suburbana aunque los Escobitas, Juanchito y Cocorocó me amenazaran y gritaran ahora vas a ver puto del orto, te vamos a cagar a palos, es que me obsesiona tu prisión, chau Miguelito, Chino, [...], mientras que el túnel me traga progresivamente y desaparece el tiempo y el eco, hasta el ladrido del Viejo, nuestro querido perro Blanco” o “entonces saco el cuchellito y se lo meto en la panza” (62). No es exagerado pensar que el narrador puede estar bajo la influencia de una intoxicación de droga: “hasta que en un momento pude percibir una especie de respiración fuerte que parecía de animal, [...], empuñé el cuchillito y enfrenté a la respiración” (63); hecho que se parece más a una alucinación que a la realidad. Sin embargo, en medio de esta intoxicación o pesadilla, el orgullo de su villa sigue omnipresente: “me venís a caretear en mi
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propio barrio, y que barrio es este, pregunta el papa, y orgulloso le respondo Villa Celina” (62). La utilidad de este capítulo se sitúa en un recorrido por los túneles debajo de la ciudad. Aunque de manera extraña, el narrador nos guía por estas partes más peligrosas de la villa. Hablando de manera desorganizada, el tono se vuelve de nuevo menos grave, subrayando el rechazo del autor a mostrar la cara horrible de la violencia por completo. Sin embargo, para el narrador este espacio sí se parece a una forma de infierno, hecho que se repite varias veces: “Y pensé voy a seguir el infierno hasta me agarre el antichorro” (61), “aparece un amarrete del infierno” (62) hasta pensar en el Diablo “parece que viste al Diablo” (66). Aunque parece una historia desorganizada, aparecen los mismos problemas que los que se manifiestan en los capítulos contados por el narrador “Juan Diego”. De ahí que se lance un fuerte ataque contra la clase acomodada y la policía, proveniente de la situación de exclusión en que se encuentran los habitantes de la Villa Celina: “¿tan policía sos, tan policía?” o “andá a la concha de tu madre, decímelo en la cara si sos pija47”, la palabra “pija” refiriendo a la clase social acomodada de la que no forman parte. Entonces, la trama continúa pasando por el túnel hasta que se produzca una especie de explosión (64), que le deja al protagonista aún más perturbado. Sin embargo, no tiene mucho tiempo para recuperarse puesto que detrás de él aparece “un chabón gigante como una jirafa que medía como tres metros o más, lo juro por mi madre” (65). De esta frase, podemos concluir que el protagonista cree verdaderamente lo que está diciendo, quizás por la influencia de la narcótica. Además de esto, refiere otra vez a la tendencia fantasmagórica del autor: “lo juro por Dios que le salía una especie de cuerno del medio de la capocha” (65), “pensé que este debe ser el guardián de la grela” (66), como si fuera un Minotauro moderno. Como es el caso en el primer capítulo, la Culebrilla, aquí también parece relatarse una especie de epopeya aunque a la inversal. Si en la historia de la culebrilla se trata de una búsqueda con buenas intenciones, a saber “curar el sarpullido en la panza”, en este capítulo la intención no aparece tan claramente. El protagonista busca algo, pero por las circunstancias poco claras, tampoco es tan obvio deducir de qué se trata exactamente: “así que paré un momento la caminata y me puse a pensar y a pensar hasta que finalmente decidí que no podía volver, que tenía que seguir por el túnel hasta las últimas consecuencias”(66-67). Además, cuando se encuentra con un ciruja que parece estar presente en gran parte de la trama, éste le pregunta al protagonista: “¿qué es lo que andás buscando?, ¿adónde querés ir, pibe?, es mi problema, le contesté, bueno, viejo, ¿sabés o no sabés?” (67). El viejo le responde que tiene
47 La Real Academia Española define “pija”de la manera siguiente: “adj. despect. coloq. Dicho de una persona: Que en su vestuario, modales, lenguaje, etc., manifiesta gustos propios de una clase social acomodada. U. t. c. s.”
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que pasar por el guardián de la grela para salir del túnel. El protagonista logra escapar, hiriendo al guardián. Sin embargo, buscando la salida, se ve enfrentado otra vez con una sensación amenazante: “pero un ruido nuevo se metía adentro mío y me bajaba de la rama y metiendo el freno escuché otra vez un chillido muy ortiba y empecé a perseguirme con la rata gigante y el hombre gato” (69), frase que remite al capítulo del Hombre Gato y que subraya de nuevo los elementos irreales de la trama. Finalmente, piensa escapar por una escalera, pero continúa en otro túnel, lo cual simboliza un laberinto. Este túnel está “en otro nivel bastante podrido” (70). Al final, el narrador concluye que no hay salida y se dirige otra vez a nosotros, los lectores: “a vos te hablo pronunciaba mi discurso al invisible” (70). Podemos concluir que este capítulo constituye uno de los más especiales y extraños de la novela, impresión que no sólo proviene del estilo del segundo narrador que usa la coordinación para unir sus frases sino también porque éste procede de manera caótica, mal estructurada, sumiendo a los lectores en la confusión . No obstante, hemos dicho que se trata de un sueño amenazante que parece no tener fin y que representa los elementos básicos de Incardona, a saber la violencia, los elementos ficticios representados de manera fantasmagórica y los problemas sociales. Si el Túnel de los nazis es el ejemplo prototípico del narrador ricotero, el capítulo siete, Emmeline Grangerford constituye su polo opuesto. “Emmeline Grangerford”, que refiere a un personaje en el libro muy famoso de Mark Twain, a saber Las aventuras de Huckleberry Finn, se traslada del libro de Twain al libro de Incardona. Éste toma al personaje de Grangerford, convirtiéndolo en persona “real”. En la historia orginal, Emmeline era una chica que “era capaz de escribir poemas sobre cualquier cosa, pero con una salvedad: los temas tenían que ser tristes” (81). El narrador Juan Diego prentende haberla conocido en San Justo. Lo que sigue es la historia de cómo se encontraron. La diferencia entre este narrador y el segundo narrador reside en el hecho de que esta historia esté organizada de manera clara. Encima de esto, cuida su lengua refiriendo a la obra muy respetada y conocida de Twain. En otras palabras, es un hombre erudito mientras que el otro narrador usa la lengua coloquial y popular. Incardona retoma este ritual en el capítulo 18, Metálica donde compara a Ofelia de la pintura de Millais a una verdadera persona que se llama también “Ofelia”, o sea una obrera quien era la mamá de un amigo de Juan Diego. En la parte siguiente, abordamos otro tema significativo de Villa Celina: las fronteras que determinan esta parte del Conurbano Bonaerense.
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3.3.5. Las fronteras de Villa Celina.
Hemos dicho que la ciudad de Buenos Aires se sitúa entre dos fronteras: la pampa por un lado y el Río Grande por otro lado. En esta parte focalizaremos las formas diferentes que adoptan en Villa Celina y su fuerte valor simbólico. Hasta en la descripción que da Incardona de Villa Celina aparece el río, lo que subraya el hecho de que no se puede definir a Villa Celina sin mencionar el río: “Villa Celina es un rectángulo [...]. Sus lados están formados por dos avenidas, un río y un mercado” (131). Estas dos fronteras forman parte de la naturaleza, que a su vez es el contrario de urbanidad. Dicho de otro modo, este contraste entre lo rural y lo urbano corresponde a la dicotomía barbarie/civilización. Además de esto, el concepto de frontera se relaciona con estos lugares en que la pobreza toca la ciudad. Reati (2010:17) subraya que también son las zonas limítrofas de Bolivia y Paraguay. En Villa Celina, esta temática sí aparece aunque concebida de forma particular. De hecho, en el cuarto capítulo, El hijo de la maestra, Incardona nos da su visión de “frontera”. La trama se desarrolla alrededor de Chorza, apodo para Juan Diego Incardona e hijo de la maestra. La maestra o su madre goza de un respeto énorme debido a sus esfuerzos para los chicos: “Sus actividades transcendían lo escolar: visitaba casas, organizaba el comedor, conseguía zapatillas para los chicos. Con el paso del tiempo, se convirtió en un referente de las escuelas de Celina” (53). Para el protagonista su madre forma una especie de frontera que le protege contra los chicos que le quieren lastimar: “Ser su hijo me salvó en varias oportunidades” y cuando unos chicos le comienzan a cagar a piñas, uno entre ellos lo reconoce, dejando toda forma de chincar: “Pará, pará que es el hijo de la maestra” (54). Además, para los otros chicos, esta maestra constituye una frontera que les protege contra cierto tipo de mal puesto que les compra zapatillas a los chicos, suavizando así las circunstancias de vida duras . Encontramos otro tipo de frontera en el capítulo 14, Los rabiosos. En este relato, el narrador nos cuenta de la última esquina de la villa: “La última esquina es una triple frontera. Divide dos barrios de acá, Villa Celina y Villa Madero, y uno de allá, en realidad de no tan allá, Villa Lugano” (132). Es una frontera de peligro puesto que “no se sabía quién tiene jurisdicción, si la Federal o la Bonaerense” (133). En esta “tierra” reina la prostitución y la criminalidad. Como acabamos de decir, las fronteras que rodean a la ciudad de Buenos Aires son
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muy significativas en la literatura argentina. En el aparado siguiente, veremos que el Río también tiene un fuerte valor simbólico (cf. infra).
3.3.5.1. La frontera incierta del Río Grande: Villa Celina inundada.
En la literatura bonaerense, el tema de la inundación siempre ha sido muy importante y significativo. Pensemos en el poema de Leopoldo Lugones (1910) A Buenos Aires, en Jorge Luis Borges con su Cuaderno San Martín (1929) o en Leopoldo Marechal en Adán Buenosayres (1948)48. No obstante, todos estos escritores acuerdan otro significado al río. Por el uno, el río es parte de un mito mientras que por el otro el río es sinónimo de barbarie y de una naturaleza insolente. Es también un tema que aparece en Villa Celina. Para ilustrar esta temática vamos a analizar el capítulo 12, El Canon de Pachelbel o La chinela de Don Juan. Este capítulo comienzo con la revelación, por parte del narrador, del tema central del capítulo, aunque de nuevo de modo misterioso: “Esta es la historia apretada, al tallo, de las flores silvestres que crecían entre las baldosas y el cordón de la vereda en la esquina de Las dos villas, sobre Chilavert y Rivera; esta es la historia interpretada, una versión de sonidos mezclados”, etc (113). El narrador sigue su introducción de manera alegre: “esta es, murgón, señora, señor, qué murga, ¿vio?, la historia bailada, a lluvia, etc” (113). Hay que señalar que con estas últimas frases, el autor ya refiere al hecho que va a seguir. De ahí que, utilizando la palabra “murgón”, que es un esguín o “una cría salmón cuando aún no ha salido de los ríos al mar49”, el autor remite a la inundación de las calles de Villa Celina por el Río que se desborda. El narrador juega con las palabras “murgón” que refiere al río y “murga” que remite a su vez al concierto de música que presencian. Finalmente, el hecho de que el autor cuente la historia en un tono lúcido se hace palpable en el tema de la chinela de su padre, el “rey de las roscas para la indurstria del plástico”, quien vuelve a casa con un pie descalzo (113). La historia se cuenta a través de una escena retrospectiva: “Era sábado y habíamos ido al coros de Tapiales con mi mamá, mis hermanas y la familia de Rosa” (114). Mientras que en la villa se ha organizado una feria alegre con toda especie de música, “las primeras gotas [de agua] cayeron sobre la calle Boulogne sur Mer” (115). Aquí constatamos de nuevo el tono irónico del autor puesto que “Boulogne sur Mer” refiere al agua de la tormenta que va a inundar la villa. Sin embargo, aunque el narrador comienza su historia en un tono alegre, lúcido, esto cambia rápidamente, transformándose en una escena espantosa: “Las callecitas,
48 Campra (1989: 106). 49 Real Academia Española.
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paulatinamente, se convirtieron en arroyos, después en ríos, y el colectivo tuvo que avanzar muy despacio, hundido y por momentos balanceado por las olas que él mismo producía y que rebotaban contra nosotros desde las paredes de las casas” (115).
Es muy importante observar que en este capítulo, Incardona introduce una parte intermedia algo apocalíptica que también aparece de manera idéntica en otro libro suyo El Campito, publicado en 200950: Miren el desbande en el barro. Allá se van en todas direcciones. Antes los vimos torturados en los galpones de Camino de Cintura, fusilados en los potreros atrás del Mercado Central, enterrados con la basura que descargaban los camiones más allá de la Charca de Los Tapiales. Era el cardo lo que crecía en las comiserías de Madero; era el olor de la orina lo que corría en el Matanza. Miren allá donde le salió la viuda al gomero; las hormigas de colores voladas en las hojas, por la calle muerta que estaba llena de autos quemados, iban y venían por los barrios bustos con la cara borrada por el tiempo; la calle muerta estaba llena de turcos quemados como San Emilio (115).
La trama se desarrolla en dos partes. La primera parte se concentra en esbozar la situación antes, durante y después de la inundación mientras que en la segunda parte, se explica qué pasó con la chinela de su padre. En esta parte, el protagonista habla de una orquesta de música clásica, proyecto experimental en el barrio Celina puesto que se solía alternar rock and roll, cumbia, tango o folklore (117). El narrador nos cuenta la historia de Eduardo “Edu”, un amigo suyo que participaba en el recital al aire libre tocando el chelo. Estas escenas de la “Noche de Cuerdas” suceden después de la tormenta. Nos esboza de nuevo la situación particular de Villa Celina en que se encuentran muchísimos pibes que se dedican a la música, de todos tipos: “guitarristas, bajistas, bateristas, pianistas, etc. Pero que hubiera un chelista y una orquesta clásica realmente era una novedad” (117). El narrador cuenta todo en un tono muy humorístico: “Mi vieja les contaba a todos de la chinela de papá y cada vez que lo hacía la gente se moría de risa, no sólo por la anécdota, sino por la manera particular que tiene ella de contar las cosas” (118). La noche se abre con los tipos tradicionales de música, o sea el tango, la cumbia, etc. No obstante, cuando comienza la Orquesta clásica de Villa Celina, se produce otro efecto. Como ya hemos mencionado anteriormente, el aspecto fantasmagórico surge de nuevo. Efectivamente, el protagonista describe la vivencia como siendo “una bestia invisible” que “conectó nuestras cabezas con el aire y nos inyectó ondas eléctricas”(119). Además de esto, continúa con su descripción: “los músicos de la Sociedad de Fomento se confabularon detrás de una cortina vaporosa y de a poco se convirtieron en detalles sin importancia, en fantasmas, porque la realidad era solamente música, oída por un personaje dotado de mil orejas, rendido a la belleza” (119). En vez de aplaudir el conjunto musical
50 Esto quiere decir que Incardona ha retomado la temática de Villa Celina en su Campito.
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cuando se termina la música, no se oye nada, la gente se queda completamente perpleja. Hasta que el humor del narrador surge otra vez: “El tiempo pasaba y la tensión iba en aumento, hasta que, de pronto, una vez se oyó en el medio de la gente: La chinela. La chinela” (119). Entonces constatamos que la trama entera comienza en un registro lúcido y alegre, que pasa a ser más grave en el medio y que termina de nuevo con este tono ligero. De todos modos, el escritor nos muestra la importancia de los temas clásicos como el rió que determina tanto las condiciones sociales en que vive la gente como el entorno en que existe.
3.3.6. Conclusión de Villa Celina.
Hemos visto que Incardona nos muestra un ejemplo fuerte del relato de nostalgía. Nos guía por las calles de Villa Celina, la villa en que creció. No sólo nos esboza su “mini-ciudad” visto por los ojos de un joven narrador Juan Diego sino que también nos muestra los aspectos menos bellos del barrio. Además, el autor muchas veces alcanza un nivel de alienación cuando relata la historia a través del narrador “ricotero” como hemos observado en el capítulo El 80. Cabe señalar que con los aspectos menos bellos de la realidad, Incardona quiere acusar la violencia que reina en ciertas partes de su barrio. En estos momentos el sueño infantil en que su villa parece ser perfecto se opone fuertemente a la realidad violenta. Sin embargo, raras veces Incardona nos describe esta violencia de una manera muy dura. Es más de modo indirecto que suscita la amenaza que existe en su barrio. Esta manera de proceder se demuestra claramente en la culebrilla. Es muy importante observar que la Villa Celina es una villa llena de contradicciones. Como la violencia se opone a la nostalgía, la realidad se opone también a la superstición de gran parte de los habitantes. De hecho, todavía existe una curandera y la gente tiene sus propias creencias. Cabe subrayar que Incardona ya pertenece a una generación que ya no confía ciegamente en esa fe pagana. Hemos remarcado que existe otra contradicción importante en el tercer cordón suburbano. De hecho, no porque haya violencia, no existe respeto. Por esta razón, Incardona escapa muchas veces a una paliza visto que su madre era la maestra de la villa y que estaba muy respetada. Finalmente, podemos decir que Villa Celina es una villa que muestra las mismas “síntomas” en que se encuentran la mayoría de las villas. Es decir, los habitantes están excluidos de la “gran ciudad” pero en su manera pertenecen a una sociedad cerrada en que
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reinan sus propias reglas y creencias. Además, hemos visto que esta villa se encuentra entre la pampa y el río, dos fronteras que intensifican aún más la situación de inclusión y que representan al mismo tiempo la oposición clásica de civilización y barbarie. Aunque Incardona introduce estos dos elementos en su relato, cambia algunos aspectos. De ahí que para Juan Diego, su madre constituye una frontera de protección contra la violencia mientras que Incardona introduce el Río Grande de una manera humorística, como describe en El Canon de Pachelbel o La chinela de Don Juan.
4. Conclusión general.
Hemos podido constatar que las tres novelas analizadas, o sea El Dock de Matilde Sánchez, Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarcón y Villa Celina de Juan Diego Incardona, representan de tres maneras diferentes la temática de las villas miseria. Hemos comenzado por explicar la situación particular de exclusión en que se encuentran los habitantes de estas comunidades cerradas. En esta introducción, hemos opuesto los barrios de exclusión a los áreas residenciales. De ahí que se puede hablar de “la ciudad fragmentada”. Al analizar las tres obras mencionadas, parece que cada una representaba un aspecto diferente de nuestra temática. En El Dock, Matilde Sánchez nos esboza en primer lugar la situación política en que nacieron las villas miseria. Todo su relato constituye una fuerte crítica contra el gobierno durante la Guerra Sucia de Argentina. Además, nos ofrece una visión femenina que hace de su obra una novela ejemplar para escritores como Incardona o Alarcón. Dicho de otro modo, Sánchez abrió el camino a las generaciones posteriores a la suya. Puesto que se trata en este momento de un relato “femenino”, el catalizador de la historia es igualmente el suicidio de una mujer rebelde a primera vista desconocida. Sin embargo, su muerte provoca una serie de consecuencias que cambian las vidas de dos personajes. O sea, la muerte de Poli¸como se llama la mujer, influye en la vida de su hijo Leo y la narradora quien asume la responsabilidad del muchacho. Cabe subrayar de nuevo que en todo el relato trasluce el tono político. Por esta razón, la autora crea una nueva forma de familia: “la familia paródica”. De esta manera, no sólo corta con el ideal propuesto por el Estado sino que también crea una alternativa. Sánchez relaciona otro tema con este aspecto político: es decir, confronta la realidad con la irrealidad. La autora quiere subrayar que los acontecimientos pasados en su país son casi increíbles. Por esta razón, el tema de la irrealidad es omnipresentado en su novela. Al final de la historia, la narradora comprende mejor las cosas y comienza a aceptar la realidad. De este modo, Sánchez muestra el largo proceso de enfrentarse con la verdad: pasa de un estado de amnesia
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a un estado de aceptación. Mientras que en este relato el catalizador del relato es el suidicio de Poli, en Cuando me muera quiero que me toquen cumbia de Cristian Alarcón, es el asesinato de Víctor “El Frente” Vital o el héroe del tercer cordón suburbano por la policía. En este caso, se trata más bien de una crónica novelada en que Alarcón nos esboza la situación particular de esta región. Mientras que en El Dock, Sánchez sólo describe la violencia del ataque en la primera parte, es uno de los temas más importantes en la novela de Alarcón. En este caso, el narrador representa a la persona real de Cristian Alarcón, quien como periodista quiere describir la situación lo más detalladamente posible. De hecho, entrevistando los prójimos del Frente, compone una crónica del mito. Nos describe directamente el cuadro en que creció Víctor y cómo evolucionó de chico a mito. En el Dock, la situación social se refleja de manera indirecta. O sea, no sabemos exáctamente en qué condiciones se encuentran los habitantes de las villas sino que trata más bien de una exclusión personal de la narradora. Alarcón nos describe una verdadera sociedad aislada del resto de la ciudad. Además, es una región que tiene sus propias reglas y creencias. Después de la muerte del Frente, la situación empeora y el narrador nos esboza la sociedad cambiada a partir de este momento. De esta manera, la jerarquía y las reglas respetadas durante la vida de Víctor cambian por completo cuando el control del “monitor de la villa” se pierde y la violencia llega a su cumbre con las ratas y transas que llegan al poder. Cabe señalar que la violencia como tema aparece también en Villa Celina, la novela de Juan Diego Incardona. En este relato de nostalgía visto por los ojos del joven narrador Juan Diego, se presenta bajo otra forma. Es decir, Incardona no describe la criminalidad como es el caso en la novela de Alarcón, sino que es más de manera indirecta. Notamos que el capítulo La Guerra constituye una excepción a su manera de exprimir la violencia. Sin embargo, mientras que Alarcón nos describe la situación real sin rodeos, Incardona crea un “narrador ricotero” para demostrar la violencia amenazante que existe en las villas, como es el caso en El túnel de los nazis. En los pocos capítulos en que aparece este narrador, el estilo de Incardona cambia profundamente. Como hemos visto, utiliza un registro más bien oral. Cabe señalar que en este punto difiere considerablemente de Sánchez y Alarcón que tienen un estilo más periodístico y sencillo. Señalamos que en las tres novelas aparece la oposición entre río y pampa. En la novela de Sánchez estas fronteras se exprimen indirectamente. Es decir, la narradora sobrepasa sus propias fronteras cuando acepta adoptar el hijo de una amiga muerta. Además, por la creación de una “familia paródica”, la autora sobrepasa las fronteras impuestas por el gobierno
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argentina durante la última dictadura. En tercer lugar, cruza literalmente la frontera cuando se van a la casa de Solís que se encuentra en Uruguay. En Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, se trata de verdaderas fronteras también: o sea las fronteras del barrio. Cruzar estas regiones puede significar la muerte, como hemos visto en el caso de Chaías. Finalmente, Incardona también introduce una frontera: el respeto para la maestra que sirve de frontera contra sus enemigos. Además de esto, describe las fronteras de la esquina que divide los barrios Villa Celina, Villa Madero y Villa Lugano. En esta tierra, nadie sabe quién tiene jurisdicción y en consecuencia es una región peligrosa. En nuestra introducción, hemos dicho que el tema de las fronteras se relaciona con la civilización versus la barbarie. En las tres novelas analizadas aparece la violencia como tema de barbarie aunque podemos constatar que los tres autores siempre matizan este tema con elementos de civilización. Efectivamente, Sánchez matiza el acto terrorista de Poli con el ciudado por su hijo mientras que Alarcón equilibra la violencia de los pibes con el respeto que tienen por los suyos. Incardona utiliza la visión infantil como compensación por la violencia. Entre los dos últimas novelas examinadas, de Alarcón y Incardona, también existen algunas semejanzas importantes. Observamos que ambos escritores describen una sociedad cerrada en que reina la superstición o la fe pagana pero también subrayan que esta sociedad conservativa está cambiando. De hecho, en Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, Alarcón nos habla de la sociedad después de la muerte de un mito mientras que Incardona demuestra la diferencia entre el narrador Juan Diego como hijo y el narrador cuando ya es adulto. En ambas novelas, la generación de hoy en día se distancia de las creencias de la juventud o de la generación anterior. Cabe señalar que no aparece este tema en la novela de Sánchez. Aunque Alarcón nos describe la verdadera situación social en que vive la gente de las villas miseria en todos sus aspectos, los otros dos escritores experimentan a su manera el efecto de exclusión. Sánchez nos habla de una situación de exclusión política y simbólica mientras que Incardona mira todos los aspectos de la sociedad desde su infancia hasta cuando será adulto.
Esperamos que hayamos demostrado que en la literatura argentina de las últimas décadas, el temática de las villas miseria es muy actual. Además, sigue evolucionando en su género. En esta tesina, hemos visto tres diferentes interpretaciones del tema, cada uno original a su manera. Esta tendencia continuará aún más en los años que siguen, quizás bajo nuevas
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formas adoptadas por las generaciones que siguen. Por esta razón, las obras de Sánchez, Alarcón e Incardona son novelas ejemplares para el futuro.
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