jueves, 17 de marzo de 2011

Florida y Boedo

Los escritores argentinos de principios del siglo XX, conocidos como la vanguardia
del ’20, compartieron el espíritu de una época más que la adscripción a una corriente
estética. Los cambios producidos en la sociedad a partir del desarrollo de las ciudades
y la tecnología influyeron en ellos. La modernización en las comunicaciones y en los
medios de transporte facilitaron los viajes a Europa y, de esta manera, los artistas americanos
entraron en contacto con el espíritu de las vanguardias europeas.
Fue así como el Ultraísmo, movimiento de origen español introducido por Jorge
Luis Borges, influyó en la producción literaria de nuestro país. El Ultraísmo pretendía
comunicar estados y sensaciones, por lo que rechazaba cualquier línea argumental,
cualquier anécdota. En cuanto a lo formal, privilegiaba la metáfora y las formas libres y
asonantes. La poesía fue su forma natural de expresión.
Por otra parte, durante la misma época se desarrolló una poesía de mayor contenido
social, que reflejaba las voces de la gente común. Así, ambas corrientes —la que recibió
la influencia del Ultraísmo y la que se inclinó por expresar una problemática social—
estuvieron representadas en nuestro país por dos grupos: Florida y Boedo.
El grupo de
escritores que lo integraban: una famosa y elegante confitería ubicada en esa calle de
la Capital Federal. Difundían sus creaciones a través de la revista
razón también se denominaban “martinfierristas”. A este grupo pertenecían, entre otros,
Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Raúl González Tuñón, Norah Lange, y también algunos
representantes de las antiguas corrientes postmodernistas, como Leopoldo Lugones.
El grupo de
se reunían: la sede de la editorial Claridad, ubicada en la calle Boedo al 800. Este grupo
estaba integrado, entre otros, por Nicolás Olivari, Elías Castelnuovo y Leónidas Barletta.
Sus publicaciones periódicas eran de orden político más que estético; entre ellas, se
recuerdan
Mientras que el nombre de Florida representaba la elegancia y la superficialidad, el de
Boedo pretendía practicar la literatura como instrumento revolucionario. Durante mucho
tiempo, se consideró que ambos grupos estaban enfrentados de manera irreconciliable.
En las páginas de sus publicaciones se podían leer
burlas en forma de epitafios o críticas despiadadas a
los autores del otro grupo. Sin embargo, esta rivalidad
no fue tal. Muchos de los escritores vinculados
políticamente con Boedo frecuentaban las tertulias
del grupo de Florida o publicaban en la revista
Fierro
fusión de ambos grupos a través de una denominación
original: “Escuela de la calle Floredo”.
Los miembros de Florida y Boedo eran principalmente
jóvenes escritores, poetas, dramaturgos y
ensayistas que desarrollaron su obra en la primera
mitad del siglo XX. Sin embargo, algunos escritores
de mayor edad, como Macedonio Fernández, también
participaron de la efervescencia y el entusiasmo
renovador de la época.

El martinfierrismo
El fin de la Primera Guerra Mundial (1918) trajo consigo un sentimiento de esperanza,
ánimos de renovación y la idea de que todo estaba por hacerse. Los vínculos entre Europa
y América Latina se estrecharon; las nuevas estéticas llegaron a estas orillas y fueron
adoptadas por los escritores autóctonos. Para difundir sus producciones se desarrollaron
las revistas literarias. La revista
la inquietud artística e intelectual de la época, así como también a los escritores consagrados
que representaban a las viejas escuelas. De este modo, era posible encontrar a
postmodernistas como Leopoldo Lugones, ultraístas, creacionistas, y autores tan diferentes
entre sí como Oliverio Girondo y Raúl González Tuñón. Si bien en los primeros números
hubo variedad y amplitud en los textos publicados, muy pronto su concepción se radicalizó
en una estética bien definida. La revista
exponente de la nueva literatura que ella misma contribuyó a divulgar.
Uno de los rasgos que caracterizó a los escritores de este grupo fue la adopción del
género poético como medio de expresión. Los martinfierristas buscaron la ruptura de los
esquemas poéticos fijos, una sonoridad que no apelara a la rima fácil y la renovación de
los recursos poéticos. En este último aspecto, privilegiaron la metáfora, es decir, la traslación
del significado de un término a otro, en la búsqueda de asociaciones poco comunes.
Por otra parte, también incluyeron en sus poesías términos provenientes del habla
cotidiana de la ciudad o de los ámbitos rurales con la intención de revalorizar el lenguaje
americano junto con temáticas nacionales, como el arrabal porteño en el caso de Borges.
En este sentido es interesante observar lo referido por Oliverio Girondo en una carta a su
editor que fue prólogo de
la publicación de sus poemas, el escritor esgrimió un argumento que lo justificaría: “Hasta que
uno contesta a la insinuación de algún amigo ‘¿Para qué publicar?’... pero como el amigo resulta
ser apocalíptico e inexorable, nos replica: ‘Porque es imprescindible tener fe, como tú tienes
fe, en nuestra fonética, desde que fuimos nosotros, los americanos, quienes hemos oxigenado
el castellano, haciéndolo un idioma respirable, un idioma que puede usarse cotidianamente y
escribirse de “americana”, con la “americana” nuestra de todos los días.’ ”
Martín Fierro, por ejemplo, reunía en sus páginas todaMartín Fierro se convirtió, entonces, en elVeinte poemas para ser leídos en el tranvía. Ante su propia negativa a
Los manifiestos y el humor
La revista
a la estética gauchesca, divulgaba sus ideas por medio de manifiestos. Los manifiestos
son escritos que hacen pública una doctrina o un propósito. El manifiesto de 1924 marcó
un hito en la literatura argentina porque, aunque no todos los escritores lo acataron
estrictamente, determinó una postura estética y definió un espíritu de grupo.
Otro de los rasgos característicos era el humor, que se utilizaba como vehículo de la
polémica. Fueron famosos los epitafios —recordatorios fúnebres que se inscriben en las
lápidas— publicados en una sección llamada “Cementerio Humorístico”, en los cuales
satirizaban a otros escritores supuestamente fallecidos. Uno de ellos, por ejemplo, decía:
Martín Fierro, que debe su nombre al personaje de José Hernández pero nada
Descansa dentro de esta fosa
el vate Rogelio Araya.
Apretemos bien la losa
para que no se nos vaya.
Los escritores de este grupo tenían otras formas de difusión como la
publicación imaginaria, cuyas presentaciones se realizaban en un café de la zona.

Boedo
En el año 1922, el periódico de carácter revolucionario
Ingenieros y Leopoldo Lugones— convocó a un concurso de jóvenes autores en el cual
resultaron premiados Elías Castelnuovo, Leónidas Barletta y Roberto Mariani. Los tres compartían
la preocupación por renovar la literatura realista con intenciones sociales que se
desarrollaba en la Argentina desde 1900. Esta literatura anterior era claramente naturalista
y tenía como objetivo mostrar y denunciar las injusticias de la vida que afectaban a los
sectores más pobres.
Las discusiones en torno a esta problemática hicieron que, en el año 1924, se conformaran
como grupo alrededor de la revista
narrativa y los ensayos, a diferencia de
poesía. A
La montaña —dirigido por JoséDínamo. En esta publicación predominaban la prosaMartín Fierro, en la que se publicaba casi exclusivamenteDínamo la siguieron Extrema Izquierda —de corta duración—, Los pensadores
y
Paralelamente, editaban colecciones económicas en las cuales difundían a los escritores
vinculados con la revolución, a los grandes escritores realistas europeos y a los jóvenes de
su grupo “Los nuevos”.
Su obra crítica y los autores a los que publicaron permiten caracterizar de alguna manera
al grupo de Boedo en oposición al de Florida. Los escritores de Boedo se enfrentaban a la
literatura romántica y vacía de contenido social; criticaban a sus contemporáneos de Florida
por ser extranjerizantes y hacer arte para un grupo minoritario.
En cambio, el grupo de Florida se oponía directamente al modernismo y criticaba a los
de Boedo por su apego al naturalismo y su estética conservadora.
Claridad, la más importante de las publicaciones del grupo de Boedo.
Los manifiestos de Boedo
Los escritores de Boedo expresaron su postura por medio de afiches que pegaban en las
calles o notas editoriales. Dos de estos se consideran significativos. El primero, un afiche
firmado por Leónidas Barletta y Nicolás Olivari, expresaba su adscripción al realismo porque,
tal como ellos mismos sostenían: “Tenemos la convicción de que la literatura para el pueblo
debe ser sincera, valiente”. Y concluía: “Nuestro lema es continuar haciendo la revolución
en los espíritus”.
Más adelante, en el año 1926, publicaron una nota editorial en
título “Nosotros y ellos”, que representó la más clara definición del grupo. Además de la
referencia a la designación de ambos grupos, cuestión que consideraban irrelevante, planteaban:
“Excluidos los nombres de las calles y personas, quedamos en pie lo mismo, frente
a frente, ellos y nosotros. Vamos por caminos completamente distintos en lo que concierne
a la orientación literaria. [...] Fuera del presunto ideal de la literatura, no tienen otro ideal.
La literatura no es un pasatiempo de barrio o camorra, es un arte universal cuya misión puede
ser profética o evangélica”.
Como se desprende de este fragmento, para los escritores de Boedo la literatura no
era un entretenimiento pasajero ni un elemento decorativo; era un medio para trasmitir
las ideas revolucionarias; debía utilizarse para transformar la realidad en la que estaban
inmersos, al mismo tiempo que mostraba las injusticias y los sufrimientos de los sectores
más pobres. Su preocupación residía, y en esto se diferenciaban del realismo, en cómo
hacer más efectiva a la literatura.
Los pensadores, con el
Revista Oral, de
Florida tomó su nombre del lugar donde habitualmente se reunían losMartín Fierro, por estaBoedo adoptó su nombre, al igual que el de Florida, por el lugar dondeLos pensadores, Campana de palo y Claridad.Martín. El humorista Antonio Cancela proponía la

Florida y Boedo: dos caras de una moneda

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